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Atacamos a la gente buena en ciertos contextos porque amenaza nuestro status haciéndonos quedar mal

Las personas altamente cooperativas, a menudo consideradas de alto valor social, son a veces objeto de castigos y críticas en diversas culturas. Esta dinámica puede ser entendida como una respuesta de individuos con niveles bajos o moderados de cooperación, quienes perciben su estatus amenazado por la presencia de estos cooperadores excepcionales.

Un estudio reciente examina la hipótesis de que el castigo antisocial es una estrategia empleada por algunos individuos para suprimir la generosidad de otros. La competencia emerge como un factor clave en este fenómeno, donde las personas generosas son vistas como una amenaza directa a la reputación de aquellos menos cooperativos. Este comportamiento punitivo no solo busca evitar que los competidores ganen reconocimiento social, sino que también protege el propio valor percibido de quienes aplican el castigo, previniendo así sentimientos de inferioridad.

El estudio sugiere que estas dinámicas podrían explicar por qué las personas más generosas a menudo eligen realizar sus actos de bondad de manera discreta, como en el caso de las donaciones privadas. Al operar en la sombra, estos individuos evitan la repercusión negativa y el castigo de sus competidores.

En conclusión, los hallazgos del estudio indican que, en ciertos contextos sociales, mantener un perfil bajo puede ser una estrategia efectiva para los individuos generosos. Esta táctica no solo preserva su propia integridad emocional, sino que también minimiza los conflictos derivados de la competencia por el estatus social.
Referencias:
Pleasant, A., & Barclay, P. (2018). Why Hate the Good Guy? Antisocial Punishment of High Cooperators Is Greater When People Compete To Be Chosen. Psychological Science, 29(6), 868-876. https://doi.org/10.1177/0956797617752642

* Las noticias publicadas sobre estudios no suponen un posicionamiento oficial de ICNS, ni una recomendación clínica.
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