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Bertrand Russell, Los problemas de la filosofía

El filósofo, matemático y Premio Nobel Bertrand Russell (1872-1970), reflexiona en este libro sobre algunos de los problemas más importantes que han ocupado a distintos filósofos a lo largo de la historia. La filosofía se enfrenta a dilemas que no hemos resuelto tras milenios debatiendo sobre ellos. Comienza Russell con una reflexión entre apariencia y realidad, que ya entusiasmaba a los griegos, y que con "la cosa en sí" kantiana se dejó ahí durante bastante tiempo, quizás por ser un asunto incómodo y de difícil solución filosófica. Si tenemos una mesa enfrente de nuestros ojos, la mesa no es inmediatamente conocida por nosotros, recibimos simplemente "algo" que construyen nuestros propios sentidos, formando una representación sensorial en nuestro cerebro (imagen, color, forma, etc). Pero: ¿existe realmente una mesa fuera de nuestro cerebro? Y si tal mesa existe ¿qué clase de objeto es?.

Berkeley había mostrado anteriormente que el idealismo podía ser defendido con lógica: solo tenemos acceso a nuestra mente, no a la materia directamente. Lo que representamos sensorialmente es una construcción de nuestro cerebro quizás sobre ciertos inputs, pero no la materia misma tal como es. ¿Qué es la mesa sin una construcción sensorial desde las neuronas de alguna persona? Berkeley negaba la materia, y para él una mesa sería una idea de la mente de Dios. Es una realidad el hecho de que no sabemos lo que hay "ahí fuera" de nuestro cerebro. Solo tenemos acceso a las imágenes sensoriales que nuestro cerebro crea representado lo que percibimos como el mundo físico. Si no podemos estar seguros de la materia, tampoco de las personas que nos rodean, porque solo las reconocemos materialmente mediante estímulos sensoriales. Por la misma razón, puedo dudar de mí mismo, en cuanto a lo materialmente existente que percibo como mi persona. Pero no puedo dudar de que existe una consciencia que percibe.

Es razonable creer que existe un mundo material, dado que el color deja de existir si cerramos los ojos, y nuestro cerebro construye una percepción sensorial desde estímulos físicos. Todo fenómeno natural que percibimos sensorialmente puede ser finalmente reducido al movimiento. La luz, el calor, y el sonido son movimientos de onda, por tanto frecuencias, como si el universo fuera una sinfonía en movimiento. Pero igualmente, nuestro sentimiento sobre el paso del tiempo, que casi se anula cuando dormimos, es distinto al "tiempo en sí" del universo, lo que quiera que sea (los físicos siguen intrigados tratando de dar una explicación al misterioso concepto de tiempo).

Además del conocimiento directo de las cosas particulares existentes, tenemos un conocimiento de ideas generales como lo blanco, lo cuadrado, etc. Se llaman universales, y de los universales formamos conceptos. Platón nos habló del mundo de las ideas, y las formas. La idea es algo distinto a las cosas particulares, a lo empírico. Como no es particular, la idea no puede existir en el mundo de los sentidos. Además, a diferencia de lo empírico, la idea es eterna. Así llegó Platón al mundo de lo supra-sensible. Por la misma razón, ser es distinto a existir, uno señala lo eterno y lo otro lo temporal.

Kant separó estos elementos en lo analítico, a priori, y lo sintético. Lo aritmético y lo lógico nos permitiría realizar proposiciones universales a priori, pero necesitamos experiencia sensible en su aplicación a particulares, debiendo diferenciar la proposición general a priori y la generalización empírica. Kant llamaba "fenómeno" al producto resultado del encuentro de la materia y nuestra experiencia con la misma.

Tenemos conocimiento directo de particulares mediante la experiencia sensorial directa. El conocimiento de los universales que nos permite razonar deductivamente de forma intuitiva es más complejo, y sucede por abstracción de experiencias que comparten características universales, como lo hermoso de nuestras experiencias con cosas bellas, pero también aprendemos universales mediante relaciones espaciales y temporales, semejanza, y principios lógicos, aritméticos, etc. Aunque las cosas sensorialmente accesibles son hechos, no verdades, que estarían reservadas a las proposiciones lógicas que hagamos de los mismos. Las creencias implican distintas proposiciones ante unos mismos hechos, de ahí que muchas personas tengan opiniones discrepantes ante unos mismos sucesos empíricos. Por tanto, lo verdadero o falso, el error, es sobre las proposiciones sobre unos hechos de los que tengamos conocimiento directo.

¿Qué queremos decir por verdad y falsedad? Aquí volvemos al mundo de las ideas. Y es que en un mundo exclusivamente material, no tendría verdad ni falsedad, solo hechos físicos. Las verdades son aspectos forzosamente de una consciencia que genere abstracciones y realice proposiciones sobre hechos físicos. A veces podemos determinar la verdad o la falsedad por la propia consistencia lógica de la proposición, y otras veces mediante la contrastación con unos hechos empíricos, es decir, una correlación entre el pensamiento o la proposición y unos hechos. Tiene que existir el principio de coherencia entre proposiciones, lo que necesita de que sean verdaderas. Por tanto la verdad implica varios aspectos, una correlación entre proposiciones y hechos, y la coherencia entre proposiciones que guardan relaciones lógicas y una dirección entre sujeto y objetos, que da un sentido, un orden a lo propuesto.

Sin embargo para determinar que una creencia es verdadera o falsa, la verdad de unas premisas necesita del mundo empírico. Esto diferencia creencia y conocimiento, puede existir una creencia verdadera sin tener en realidad el conocimiento. Por tanto una creencia verdadera no es lo mismo que conocimiento, que deriva del juicio entre elementos o la percepción directa con lo empírico. Existe una gradación de confiabilidad desde informaciones sensoriales evidentes y las verdades más simples de la lógica y la aritmética, lo autoevidente, hasta los juicios que sólo son más probables que sus opuestos, como el juicio clínico en medicina. Esto nos lleva a un asunto escurridizo como es la causalidad, aunque Russell no entra aquí.

Nos habla Russell también del problema de la inducción, y su ejemplo del pollo alimentado generosamente día tras día, para acabar con el pescuezo retorcido. Esta falacia está altamente presente en nuestros días, por ejemplo cuando Steven Pinker nos dice en sus libros que estamos mejor que nunca. Pocos años después de las afirmaciones de Steven Pinker nos enfrentamos a los resultados de algunos experimentos biológicos con esa cosa respiratoria que no podemos mencionar, un control de los medios de comunicación e internet y una censura salvaje, junto con el peligro nuclear y una nueva guerra mundial. Pero también en medicina de manera generalizada (¿cuantos ensayos clínicos son necesarios para dar por cierto un efecto como "evidencia"?. La literatura médica nos da una acumulación inductiva de conocimiento. Los falsacionistas popperianos se encuentran con el problema de que la falsación es similar a una inducción, pero en una dirección contraria (¿cuantos ensayos clínicos negativos para desconfirmar un efecto elevado a la categoría de "evidencia científica"?). La inducción tiene muchas paradojas, por ejemplo que la validez del principio inductivo no puede ser probada por la propia inducción, y las proposiciones matemáticas no ganan nada probándose en ejemplos sucesivos a diferencia de lo que sucede con lo empírico que gana en probabilidad.

Casi todo lo que llaman "la ciencia" es en realidad "la filosofía". Pero esta última es peligrosa para la industria científica, de cuyo peligro también alertó Russell en otras de sus obras. La supresión de la filosofía de las facultades de medicina y ciencias de la salud no es inocente, persigue que el festival de falsedades realizados en nombre la "verdad científica" y la "salud pública" siga tolerada y sin crítica por parte de "las profesiones".

Citar como: Bordallo. A. Revisión los problemas de la filosofía, de Bertrand Russell. ICNS. Accesible en https://www.icns.es/articulo_bertrand-russel-los-problemas-de-la-filosofia

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