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Max Horkheimer, Crítica de la Razón Instrumental

Max Horkheimer (1895-1973) describe en su Crítica de la razón Instrumental el avance en absoluto inocente de la racionalización de la sociedad, y la idolatría de lo moderno. La razón instrumental no resulta en algo emancipador, lo estamos viendo, sino en algo que somete la sociedad, una razón sometida a los fines del sistema, no a las personas. Si razón es meramente la cognición dirigida a la eficiencia del dominio técnico y financiero, el resultado final es que esa misma razón nos conduce necesariamente a una sociedad autoritaria basada en el dominio técnico de la sociedad. Es el sacrificio de los individuos en el altar del sistema, racionalidad como un sofisticado proceso de coacción, y el triunfo del dominio sobre la justicia. Es un progreso de dominio, no de vida.

El concepto de razón

La razón se relacionaba siempre con el sujeto que razona, pero Platón mostraba que las ideas estaban más allá del pensamiento del sujeto. La razón objetiva es propuesta por distintos sistemas que intentaban explicar la totalidad y los fines del conjunto. Aquí podríamos exponer las ideas de Platón, Aristóteles, o posteriormente la Escolástica o el idealismo alemán. La razón objetiva abarca el mundo en su conjunto, lo que supone que la armonía de una sociedad es la adaptación de la subjetividad de la persona al todo objetivo.

La razón subjetiva, describe Horkheimer, no se preocupa por el todo, sino por la utilidad entre medios y fines particulares. El pensamiento entonces no puede determinar ninguna verdad ética, ni siquiera empírica, sino meramente un fin práctico. De aquí se deduce entonces que no existen objetivamente actos terribles, ni condiciones inhumanas, solo una percepción subjetiva de ciertos hechos particulares. Para la razón subjetiva solo el sujeto puede ser racional, y la propia razón objetiva sería una razón creada por sujetos. En las 5 primeras páginas ya podemos ver que Horkheimer nos mete en cuestiones vertiginosas que necesitan de una reflexión enorme.

Históricamente el término razón ha buscado la comprensión de los fines. Hoy la razón no busca los fines, ni lo verdadero, busca la utilidad instrumental. De aquí se sigue que la efectividad de la razón puede ser aumentada eliminando los factores extra-racionales del pensamiento de las personas. La razón es refinada, dirigida no al todo, ni a los fines de las cosas, sino que es un medio de carácter instrumental sometida a la operativa técnica y burocrática de la sociedad industrial. La razón así se aleja de la verdad, de lo ético, de lo justo, y de todo lo conducente a la emancipación de las personas. La razón es despojada de su condición de búsqueda del todo, para ser instrumentalizada. La razón instrumental es reducir el pensamiento a la relación existente entre la persona y el aparato técnico y burocrático de las sociedades.

Las personas que diseñan los procesos técnicos de la sociedad industrial y analizan datos para las instituciones burocráticas son racionales en cuanto a la eficiencia de los medios, pero no de los fines que son irracionales: la vigilancia, el control burocrático y el dominio técnico, despojados de todo aspecto humano, ético, reflexivo, justo, verdadero, etc. Con la razón dirigida a la utilidad instrumental, cualquier política maliciosa e irracional en cuanto a fines es aceptable, dado que siempre alguien obtiene un beneficio instrumental de ella. Si la razón es tal mediante su instrumentalización metarial, entonces no es razón, sino racionalización de lo material.

La Ilustración terminó con la razón, pues todo lo que no es razón instrumental era considerado especulación, la especulación es metafísica, la metafísica superstición y la espiritualidad relativismo. La ética es así sospechosa, diluida bajo la "idea burguesa de tolerancia", que no es sino la ideología de sociedad instrumentalmente dominada por el que mejor instrumentaliza. La realidad, la vida, se reduce a la acción instrumental de quienes dominan los medios técnicos y racionales. La calculabilidad sustituye a la verdad, a la justicia, a la ética, las cuales dejan de existir al no tener valor instrumental, cuando no interferir con ellos. Las grandes filosofías y religiones invocaban valores no porque fueran instrumentalmente útiles, sino porque veían en ellos aspectos del logos, la verdad, y fines últimos. Conceptos como el de justicia, igualdad, felicidad, tolerancia "han perdido sus raices espirituales", y son un trámite burocratico por vía positiva. Felicidad es lo que se consume, justicia el sometimiento a la mera ley positiva.

El pensamiento de las personas queda fragmentado a lo particular y lo instrumental, todo pensamiento que no sea una síntesis técnica de datos fácticos es torpe, metafísico, sentimentalismo, o "residuo de la superstición". El lenguaje no es expresión, ni comunicación, sino función instrumental. Sin valores, sin espíritu, la psicología de la persona se atrofia, y la persona pierde lo humano de su persona. Conceptos como el de libertad no entran en el ideal científico de cuantificación, por tanto es metafísica y relegado a un segundo plano.

Hoy podemos observar como toda realidad histórica, cultural, filosófica, tradicional o religiosa amenaza la instrumentalización de la vida, de ahí el violento ataque a todo aquello que genere un anclaje entre personas (cultura, familia, pareja, comunidad, historia, tradición, valores, nación, religión...). La sociedad racional-instrumental necesita una tabula rasa de la consciencia de los individuos, para aislarlos de todo vínculo, y someterlos en una dictadura biotecnocrática final.

Materialismo y política

Sin razón, el fundamento democrático solo son los "intereses" del pueblo, pero éstos simplemente "son funciones de poderes económicos ciegos, o demasiado conscientes" y por tanto "no ofrecen garantía alguna contra la tiranía" ni la mayoría "es garantía de justicia".

"Cuanto más es manipulado el juicio de los hombres (...) más se recurre al principio de la mayoría".

El bienestar material, nos dice Horkheimer, "ha ocupado el lugar de la salvación del alma como objetivo supremo del ser humano". La satisfacción del sujeto ha sido convertido en el criterio de lo verdadero. Sin embargo, bajo el condicionamiento del sistema es cuestionable incluso aceptar que los deseos de una persona sean realmente suyos. Los criticados lujos de nobleza, realeza o alto clero, son hoy el consumo ostentoso de la masa que criticaba, convertido en un ideal. Horkheimer veía como el capitalismo de libre mercado avanzaba hacia un capitalismo corporativo, monopolístico y autoritario, algo innegable en un tiempo en el que un puñado de inversores está detrás de todo medio de comunicación, producto biomédico, o gestión de pandemias de las que no podemos hablar. Lamenta Horkheimer que el burgués liberal centrado en un interés comercial haya derivado en tecnócrata autoritario centrado en una voluntad de control y dominio técnico del individuo-masa, homogeneizado y seducido por los estímulos sensoriales programados por los medios culturales de consumo de masas. El individuo narcisista y conformista triunfa así sobre el sujeto.

Es evidente que la política no persigue ninguna verdad, ni persigue la emancipación humana como fin, sino que la política es dirigida mediante un criterio de utilidad instrumental, según un cálculo racional de votos, y la producción de discursos dirigida a tales cálculos. La población es evidentemente un objeto de cálculo, una masa de votos que acumular para proseguir con las acciones del sistema. La democracia se ha convertido así en otro producto calculado, racional e instrumental de dominio, lejos de un sistema de emancipación. Horkheimer criticaba el marxismo por la razón que criticaba todo aquello que tratara a "la sociedad" como una cosa, pasando por encima del sufrimiento de las personas. Del mismo modo, los avances técnicos llevan consustancialmente un proceso de deshumanización.

"El principio de la mayoría se ha convertido en un poder soberano ante el que el pensamiento ha de inclinarse".

La ciencia

La racionalidad lleva en su esencia el dominio. El dominio técnico y racional no es la necesidad humana del proceso productivo sobre la naturaleza, sino que es un proceso de dominio sobre la sociedad. La historia del dominio de la naturaleza es de hecho consustancial a la historia del dominio de unos grupos de personas sobre otros.

La ciencia puede ser racional en los medios, pero no en los fines. Puede documentar hechos empíricamente verificables con unas condiciones dadas, pero esto no nos dice nada sobre fines adecuados. Respecto a la cuestión del hecho empírico, es cuestionable si "ciencia" es lo empírico, o el mérito de lo empírico y verificable implica anteriormente la capacidad deductiva, asociativa, el lenguaje y la comunicación, las condiciones lógicas del concepto desarrollado para el marco teórico, su significación, las líneas teóricas futuras que abre, ni que decir su finalidad, etc. Quien sabe algo de método científico, sabe que "objetividad científica" suele ser un mero "consenso de los expertos". La instrumentalización de la ciencia genera una ciencia autoritaria que censura todo aquello que no le conviene, censura "cuyo ejercicio por otras instituciones denunció ella misma" cuando pretendía ser revolucionaria y emancipadora. Para Horkheimer, hoy la ciencia "es represiva" y "estrecha de miras", con una "tendencia monopolista general" inmersa en una cultura "obediente al modelo industrial". El cientificismo no es el interés de la humanidad, y la sociedad que falle en ver esto, acabará presa del peor regimen de dominación que haya existido.

Conclusión

Las personas se instrumentalizan, a ellas mismas y a otras, se someten a la realidad de la instrumentalización. Llamamos razón a la adulteración misma de la razón, a anteponer la parte al todo, el medio al fin. Llamamos racionalidad al sometimiento del ser humano y de la vida pública a la mecánica de procesos del sistema. La utilidad instrumental vacía de sentido cualquier actividad, la persona se vacía a sí misma, y la vida pierde sentido. ¿Puede discutirse acaso el proceso de instrumentalización y alienación de la cultura de masas y la sociedad industrial? ¿Puede discutirse que la cultura ha sido transformada en un cálculo de mercancías de consumo cuyo nexo es la vulgaridad de creadores instrumentalizadores y consumidores materialistas?

Lo único racional sería la subordinacion de técnica y ciencia hacia la emancipación de las personas, no la subordinación de las personas al sistema de racionalidad instrumental. La máquina va sin piloto, y está devorando nuestra vida. En el fondo usted lo sabe, pero no quiere verlo.

Citar como: Bordallo. A. Revisión de Crítica de la Razón Instrumental, de Max Horkheimer. ICNS. Accesible en https://www.icns.es/articulo_max-horkheimer-critica-de-la-razon-instrumental

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