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Dormir mal nos vuelve antisociales

La privación de sueño lleva a los individuos a comportamientos menos sociales, según diversos estudios que indican que las personas privadas de sueño tienden a ser más solitarias y menos propensas a comprometerse socialmente.

La eficiencia del sueño se ha identificado como un predictor significativo de la soledad, incluso al considerar los efectos del estado de ánimo y la ansiedad a lo largo del tiempo. Esta relación subraya la importancia del sueño en la regulación de las interacciones sociales y el bienestar emocional.

Desde una perspectiva neurobiológica, la falta de sueño se asocia con una actividad reducida en la unión temporoparietal y el precuneus, áreas cerebrales cruciales para los procesos de sociabilización. Tanto la privación total del sueño como las reducciones modestas y realistas en la calidad del sueño conducen a comportamientos de retraimiento social y sensación de soledad.

El mecanismo neural subyacente a este efecto implica una hipersensibilidad en las regiones cerebrales que responden al enfoque humano, actuando como una señal de repulsión social. Simultáneamente, se observa un deterioro en las áreas responsables de comprender las intenciones de otras personas, lo cual afecta negativamente las interacciones prosociales.

En conclusión, el sueño emerge como un predictor crucial de la salud, no solo en términos físicos, sino también en el ámbito social y emocional. Los hallazgos destacan la necesidad de una atención renovada en la calidad del sueño como un factor determinante para el bienestar integral.
Referencias:
Ben Simon, E., Walker, M.P. Sleep loss causes social withdrawal and loneliness. Nat Commun 9, 3146 (2018). https://doi.org/10.1038/s41467-018-05377-0

* Las noticias publicadas sobre estudios no suponen un posicionamiento oficial de ICNS, ni una recomendación clínica.
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