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Antonio Escohotado, Caos y orden

Antonio Escohotado (1941-2021) expone como el orden suele surgir espontáneamente del desorden, buscando su economía y sistematicidad. La obra de Escohotado tiene una alta influencia de Ilya Prigogine, quien ganó el Nobel en 1977 por su trabajo sobre estructuras disipativas. En la primera parte, Escohotado explora la visión mecanicista del mundo frente al caos, desde Newton, hasta autores como Bohr, Einstein, Feynman, Schrödinger, Pauli, Dirac, De Broglie, Heisenberg, sin olvidar a Mandelbrot, Lorenz y los movimientos brownianos. El caos ya no es el ruido de la experiencia perceptual del observador sobre lo observado, como pretendía el determinismo mecánico que llenaba de optimismo la física de finales de S XIX y principios del XX. Lo comprensible es lo que se repite, pero no todo parece entrar en lo mecánicamente predecible, agravado por la dificultad encontrada en el conocimiento del mundo de las partículas elementales. Aquí entra el caos.

Escohotado cuestiona que el conocimiento, o la propia verdad científica, pueda ser reducida al control predictivo. Mientras que el filósofo griego miraba fascinado el cosmos porque quería entender, el científico busca anticipar. El conocimiento se transforma en la capacidad predictiva, quedando la complejidad fuera de lo controlable, y se descarta como inesencialidad o como caos. Lo "real" pasa a ser lo experimental de unas técnicas con aparatos que miden algunos aspectos, y la medida de un fenómeno es transformada en fuerza causante del fenómeno. Pero someter la tierra con técnicas que producen efectos no es lo mismo que entender el mundo en el que vivimos. Lo que se concebía como una teoría en un principio buscaba iluminar el saber, pero progresivamente pasa a ser el sometimiento de la propia teoría a lo que se ajusta al marco de sometimiento técnico. El saber es desplazado a lo instrumentalmente útil, pero en este proceso no hallamos la verdad de lo que es un fenómeno, sino más bien encontramos utilidad en algo de lo que hace y lo asumimos por todo lo que es. Esto ha materializado en técnicas y tecnologías útiles, sin duda, pero lo que intenta explicarnos Escohotado es que con ello se ha estrechado lo que entendemos por conocer. El embudo de lo reducible se convierte en el todo, pero debe diferenciarse la predicción empírica del cambio en una variable que se mida y se decida aplicar en una intervención no es la verdad total sobre algo.

Sociedades

De la física, Escohotado lleva al orden de las sociedades. En muchas culturas los hitos organizativos eran en un principio atribuidos a fenómenos externos, mágicos. El orden de las primeras grandes civilizaciones, basadas en los imperios militares, muestran "soberanos inmesos, súbditos diminutos", que posteriormente tendieron a un orden menos jerárquico, más espontáneo de la propia vida social, de los que Escohotado pone a Grecia como ejemplo.

Mao o Stalin veían el orden como el fortalecimiento del Estado, y fascismo y nacionalsocialismo tenían un concepto de orden igualmente impuesto de arriba a abajo. La dificultad predictiva de Marx se manifiesta no solo en su historicismo fallido, o en un reduccionista embudo de clase, sino el hecho de que Lenin triunfara allí donde menos proletariado existía, y donde menos industriales abusaban de ellos, y donde menos asentara fuera precisamente en los paises donde más se iban desarrollando los burgueses. El Estado de control predictivo destruye la espontaneidad asociativa de los pueblos, quedando un pueblo-masa desarraigado de él mismo. Esto es perfectamente visible de nuestra sociedad actual. Si en los gobiernos totales es el gobierno el que se inmiscuye en la industria, en nuestras sociedades podríamos decir que la industria se inmiscuye en el gobierno, y el gobierno se inmiscuye en la industria.

El keynesianismo produce un paso al capitalismo financiero altamente especulativo, tanto por los riesgos financieros disipados al diseminarse en derivados y toda clase de productos con una parte oculta de activos tóxicos, socializando el riesgo y los costes de forma opaca, como por los Estados utilizando la deuda como financiera particular para sus propios propósitos políticos. El orden desde dentro de las sociedades, nos dice Escohotado, es transformado en un orden impuesto desde fuera. De nuevo encontramos la ilusión de control, y la ilusión de que controlar equivale a comprender las cosas. Todo ello bajo la creencia de que aspectos como las relaciones humanas, las conversaciones espontáneas entre personas, la felicidad humana, la buena vecindad, el cultivo intelectual de las personas, es decir, la vida social, fueran cosas que se pudieran solucionar dandole al político más dinero o más control sobre nuestras vidas. El delirio.

El ensayo nos conduce finalmente hacia aspectos muy concretos de la política española del S.XX que acontecían en el momento en el que se publicó la obra. La dirección de la política hoy, avanza en un sentido globalizador más totalizante de lo que Escohotado intuía en aquellos días, lo cual hace que la obra quede enmarcada en un contexto que limita claramente el alcance potencial del tema que aquí nos desarrolla Escota. Podríamos añadir que hoy se vislumbran en el horizonte la destrucción de los Estados-ación, y la emergencia de soberanos inmensos, totales, en forma de oligarquías biotecnocráticas público-privadas globales. Como si la dinámica entre caos y orden de la historia de las civilizaciones recorriera la vida paralela a la dialéctica del amo y el esclavo de Hegel. La promesa de control busca reducir la incertidumbre de las sociedades a cero. Venga del político o venga del científico, es sacralizada y convertida en mito de culto de la sociedad moderna.

Palabras finales

Algunos profesores de física calificaron a Escohotado de "postmoderno" por este libro. Que la respuesta recurrente de los representantes de "la ciencia" ante alguien intelectualmente incómodo sea jugar a los motecitos, muestra que efectivamente "la ciencia" no atraviesa su mejor momento, y hay dificultades para convencer. El debate en el mundo de la física sobre información y materia no ha hecho más que ponerse en primer plano desde que Escohotado escribiera esta obra.

El ensayo de Escohotado trata precisamente de mostrar el "divorcio innecesario entre científicos y humanistas", en el que cada uno debe ser "el sentido crítico de la otra". La física se ha mostrado más compleja que el razonamiento que se vislumbraba en la época de los grandes descubrimientos de la física en los siglos XIX y principios del XX. Podríamos añadir que muchas disciplinas han querido reducirse para intentar parecerse a la física, en un intento de ganar glamour, renunciando a mucho conocimiento para someterse a un proceso de refinado. La propia psicología aspiraba a ello reduciendo lo epistémico y lo clínico a una mera clasificación nosológica con la esperanza de ser conducida a una sistemática técnico-específica. El castillo de naipes se encontró con crisis de replicación, problemas de validez nosológica, estudios genéticos que mostraban la artificialidad taxonómica, bajos efectos específicos... El psicoanálisis o la metafísica fueron acusados ante todo por impedir su falsación, pero esto esto no sucede solo allí, "la ciencia" ortodoxa también se escapa con modificaciones ad hoc para impedir su falsación. Lakatos explicó este aspecto muy bien. Pero también encontramos el intento de reduccionismo en nombre de la salud pública. El hecho espectacular de reducir una pandemia a un producto biomédico por venir, convertido en "la verdad científica", toda la verdad y nada más que la verdad, cuando no era más que una posibilidad, no la única, y con el coste siempre presente de desplazar y suprimir otras investigaciones e intervenciones. Nos dice Escohotado que "lo básico puede examinarse sin vericuetos reservados para expertos". El discurso entre trompetas es incompatible con la estadística de mortalidad absoluta tras la administración intramuscular de la verdad científica. Decía Hannah Arendt que las masas modernas no creen en los hechos, solo creen en sus imaginaciones y en lo que les dice el sistema. No defienden los hechos, sino el discurso del sistema.

Toda afirmación es más bien algo momentáneo, que presenta cierta utilidad para explicar algunas cosas, pero que será reemplazado. Por tanto ¿que es verdad, que es objetividad, que es "la ciencia", y las añadiduras ad hoc a la teoría original para tratar de sortear lo no predictivo y continuar siendo "la verdad" dominante? Sir John Lighthill expresaba en estos términos inagurando un congreso internacional de física:

"Querríamos pedir excusas colectivamente por haber engañado al público difundiendo ideas sobre el determinismo de los sistemas basados en las leyes de Newton sobre el movimiento, que desde 1960 se han revelado erróneas"

El propio Bertrand Russell, que defendía que la matemática era algo "inexpugnable", en 1959 mostraría más dudas respecto a su ímpetu mecanicista de juventud

"La espléndida certeza que siempre había esperado encontrar en la matemática se había perdido en un laberinto desconcertante".

Nos dice Escohotado que la escuela exige siempre resolver problemas concretos, en situaciones idealizadas. Esto es muy exacto. El pensamiento reduccionista es aprendido en el sistema educativo, en el que se suprime el razonamiento de contextos complejos de problemas no reducibles, o se enseña de forma mecánica sin contexto. El alumno es adiestrado a anteponer la parte al todo, a no razonar relaciones distales y transversales, etc. Además de suprimir todo lo inconveniente. El sistema educativo ha sido desde luego exitoso en sus objetivos (ver Illich o Foucault). En definitiva, el libro es como una conversación cotidiana con Escohotado: comienza por Newton, Prigogine, cientismo y control predictivo, pasamos por Grecia, llegamos a Marx, conversamos sobre derecho y ley, cloacas del Estado... puro Escota. No para todo el mundo.

"Ese espíritu se pudre de raiz cuando un híbrido de corporativismo y simplificación reina sobre la realidad". Antonio Escohotado.

Citar como: Bordallo. A. Revisión de Caos y Orden, de Antonio Escohotado. ICNS. Accesible en https://www.icns.es/articulo_antonio_escohotado_caos_y_orden

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