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Hannah Arendt. La condición humana.

Hannah Arendt (1906-1975) fue una filósofa, que escribió su obra quizás más influyente, La condición humana (1958). En esta obra, Arendt realiza una crítica sobre la transformación del ser humano en un productor para "la sociedad", resultando en una pérdida de vida privada y vida pública.

Vida activa, vida contemplativa

Aristóteles distinguía tres modos de vida. El ser humano podía dedicarse a los placeres corporales, podía dedicarse a los asuntos de la polis, o podía dedicarse a inquirir y contemplar lo eterno, la vida del filósofo. Ninguna de ellas tenía un sentido utilitario como en el homo laborans o en el homo faber, sean proletarios, campesinos, o trabajadores industriales modernos, sino que el trabajo era simplemente procurarse lo imprescindible para cubrir las necesidades. Lo que es necesidad, no es libertad, por tanto las actividades de elaboración que cubrían las necesidades no definían la vida humana para los griegos. La actividad humana era lo que se hacía por encima de ellas, que permitía perdurar. La labor no contribuía a la polis, por tanto cayó en un desprecio, al no dejar huella permanente en la vida, en forma de obra, etc. Aristóteles había clasificado las actividades que producen un mayor deterioro del cuerpo como las más bajas. Laborar significaba estar esclavizado por la necesidad, y por liberarse de la necesidad para realizar actividades públicas, se justificaba la esclavitud para realizar tales tareas. La naturaleza en cierta medida divina a la que pueden aspirar los hombres debe manifestarse con su acción, sus palabras, actos, trabajos, que pueden perdurar en el tiempo. El hombre es mortal, pero su legado puede ser inmortal. Heráclito separaba a los aristoi, quienes prefieren la inmortalidad de sus obras a quienes se contentan con satisfacerse con las cosas que proporciona la naturaleza (que se acercarían a los animales).

Los griegos vivían pensando en la naturaleza circular y permanente de las cosas, el ciclo constante de nacimiento y muerte. La vida individual es rectilínea y finita, en contraste con el curso circular de la vida biológica. Lo inmortal es la existencia sin muerte en la naturaleza dada, por ejemplo los dioses griegos que permanecen unidos a la vida de la tierra, mientras que lo eterno es lo que está más allá de la vida terrenal y del tiempo, por ejemplo en el pensamiento espiritual asiático. Aristóleteles distinguía entre logos (el discurso o el razonamiento) y nous (contemplación), definida sobre todo porque su contenido no puede traducirse en palabras para verbalizarse. Lo eterno no puede transformarse en actividad, por tanto no es vita activa. La vida contemplativa theoria es la más elevada para Aristóteles y también para Platón. Dicho de otra manera, estar con la verdad de lo eterno necesita contemplación, y por ello un abandono de los asuntos humanos, la vida material, y la acción, incluida la acción cognitiva ya se que produce mediante palabras y es inadecuada para traducir la experiencia de lo verdadero y eterno. Cuerpo, discurso y razonamiento, deben cesar ante la verdad, sea la verdad del cosmos griego, o posteriormente de la verdad de Dios, que solo puede revelarse en la quietud.

La noción de lo eterno de la filosofía griega no obstante chocaba frontalmente con la filosofía de la polis, y la primera quedó relegada. De alguna manera, la polis griega y la res pública romana eran la trascendencia mundana, la lucha contra la temporalidad individual, algo que les sobrevivía y alcanzaría cierta permanencia. La caída del imperio romano por el contrario fue el recuerdo de que toda acción humana está destinada a perecer, lo que dio impulso al cristianismo. Ningún proyecto salido de manos humanas, por colosal que fuera, podía ser permanente, con la caída del imperio romano tomaba fuerza el cristianismo, con la evidencia de que la vida temporal era perecedera, proporcionando una vía de salvación que no iba a darse en el mundo temporal.

La duda de lo que puedo realmente conocer llega con Descartes, sin embargo, la inversión frontal de la vida trascendente llegaría con Marx. Desde este momento la producción material sería más elevada que la contemplación. El hombre era ante todo un ser que trabaja, y el paraíso sería material con la transformación marxista de la producción. En definitiva, se pasa del desprecio del trabajo en la antigüedad, a la glorificación en la modernidad.

Propiedad y riqueza

El término privado proviene de privación, y es un término de derecho que nada tiene que ver con la acumulación de riqueza. La acumulación de riqueza de las sociedades modernas comienza precisamente con la expropiación de la propiedad. "Jamás ha demostrado demasiada consideración por la propiedad privada, sino que la ha sacrificado siempre que ha entrado en conflicto con la acumulación de riqueza". Propiedad y riqueza son aspectos diferentes, incluso contrapuestos. Para Arendt, la propiedad es la que se interponía en el proyecto de acumulación de riqueza, por lo que consistentemente, el deseo de acumular riqueza necesitaba eliminar la propiedad, y no lo contrario como se ha pretendido hacer ver. El origen de la acumulación no se encuentra en la propiedad privada, sino en la motivación de riqueza de la sociedad. Antes del socialismo y el comunismo, ninguna teoría política se había basado en expropiar las propiedades de las personas. La concentración de riqueza y de poder son un fenómeno precisamente de la modernidad, por tanto surge con los proyectos planificados y estatizados a partir de las ideas materialistas y racionalistas del proyecto de la Edad Moderna, paralelo a la ideología de progreso, técnica, ciencia, etc. Duda Arendt del concepto de expropiación original marxista, que ya fue cuestionado por Schumpeter y otros. Arendt no da por buena la existencia histórica de trabajadores explotados sin propiedad, y contrariamente, describe que existían tenderos, artesanos, etc, todos con cierto tipo de propiedad, aunque podían trabajar algunos años previamente como jornaleros, aprendices, etc. Pero el concepto de clase "trabajadora" en manos de alguien que maneja "propiedad" en sentido marxista, es algo muy reciente.

Una comunidad de propietarios está más segura que una sociedad de trabajadores sin propiedad. Riqueza y propiedad no solo no son lo mismo, sino que podríamos considerarlos contrapuestos. La instrumentalización del ser humano para producir y consumir, bajo la forma política que se quiera, y se reparta lo producido mejor o peor, tiene en común un proceso común de expropiación que permanece incuestionado. "La Reforma, que al expropiar las posesiones eclesiásticas y monásticas inició el doble proceso de expropiación individual y acumulación de riqueza social". La propiedad no hacía más que obstaculizar el proyecto planificado de acumulación de riqueza que se llevó a cabo precisamente mediante las sucesivas expropiaciones agrarias, de iglesias, etc. Las sociedades ricas no se caracterizan por la propiedad, sino por la inversión en un proyecto de acumulación de riqueza haciendo que las personas se vean apartadas de la propiedad y con ello coaccionadas a producir para "la sociedad". La riqueza se sitúa en el proceso de producir para "la sociedad", no en la propiedad.

La polis griega no invadía lo privado de las personas, tanto por una distinción clara entre lo privado y lo político, como por el hecho material de que la persona debía tener una casa para poder ocuparse de los asuntos de la propia polis. Por tanto no traspasaban los límites de la propiedad, algo que en Roma sería aún más respetado. Mientras que los griegos separaban lo privado y lo político, que perduraría hasta la edad media, en la Edad Moderna los asuntos cotidianos han sido invadidos por una administración gigantesca, infiltrada hasta en los asuntos del hogar. Lo privado no era el territorio de la riqueza, sino el ámbito de la persona que atiende a sus propias necesidades, y mientras así lo hace, precisamente no puede participar en la vida pública de la polis o la res pública que le permitiera prosperar. La protección de la ley dependía de la propiedad, no de la riqueza, la cual nunca fue sagrada, sí la propiedad. La propiedad implicaba formar parte del cuerpo político de una comunidad, por el jefe de cada familia, y ni la pobreza privaba a la persona con propiedad de su sitio político, ni la riqueza no otorgaba sitio político. Con la polis, no se podía participar en lo público si no se había participado en lo privado primero, y por ello había personas que no podían participar en los asuntos de la polis, como le sucedía a los esclavos.

"La sociedad espera de cada uno de sus miembros una cierta clase de conducta, mediante la imposición de innumerables y variadas normas, todas las cuales tienden a "normalizar" a sus miembros, a hacerlos actuar, a excluir la acción espontánea o el logro sobresaliente".

Compartir la riqueza acumulada no es poner al ser humano en el centro de la vida, no viene de ningún deseo de emancipación del hombre, de su espacio público, de su libertad, sino de un deseo de enriquecimiento a costa del resto. De esto ya se dieron cuenta los romanos con su "pan y circo", y la política moderna no hace sino explotarlo. Fue el pueblo quien prefirió acumular riqueza a preservar la vida pública, la autonomía, la libertad, etc. El proceso de acumulación no surge del capital, sino de expropiar tanto lo público como lo privado y convertir la vida en un proceso de producción para "la sociedad". La burocratización ha generado una visible impotencia e inacción en las personas, efecto que no es casual, sino la evidente consecuencia de la misma. Se pierde irremediablemente el individuo, sometido al sistema de coacciones. Es necesario transformar la vida pública de las personas en "la sociedad", para reificarla y convertirla en un objeto de manejo biopolítico. No es necesaria una revolución, nos dice visionariamente Arendt. El marchitamiento programado de la esfera privada y la propiedad es suficiente. El desarrollo de las "fuerzas productivas" del lenguaje de "la sociedad" es el "creced y multiplicaos", lo que finalmente conduce a la biopolítica de Foucault, al poder sobre los cuerpos, y a la ingeniería social actual. Se ha sustituido la propiedad por un sucedáneo subjetivista como es la intimidad a partir del romanticismo y de Rosseau, lo cual no preserva ni el espacio público ni el privado, y adquiere un sentido más contrapuesto a lo social que al derecho y lo político, dando paso al subjetivismo y la emotividad como sustituto del derecho.

"Los hombres no pueden convertirse en ciudadanos del mundo como lo son de sus respectivos países, ni los hombres sociales poseer colectivamente como lo hace la familia con su propiedad".

Trabajo y labor

La labor tiene como principal característica el uso del cuerpo para producir lo que se va a consumir, por necesidad de subsistencia. Lo producido no permanece sino que se consume, y el ciclo se repite de forma continuada. Trabajo es algo distinto, se produce más allá de lo que se va a utilizar inmediatamente, es decir, objetos para uso posterior. El homo faber fabrica multiplicando. La labor es un proceso en el que el cuerpo está atrapado para satisfacer sus necesidades básicas, y si utiliza herramientas, simplemente es para facilitar su propio proceso. El homo faber construye objetos y con ello crea un mundo de objetos que permanece, y produce un ecosistema propio, que a su vez condiciona la vida del hombre. En las primeras etapas del capitalismo se pasa de los objetos de uso a los objetos de cambio, con el homo faber, que posteriormente se industrializaría.

A diferencia de Marx, para Locke el valor de la producción reside en la propiedad, mientras que para Adam Smith su durabilidad para producir un intercambio (su consumo). Marx ve un sistema productivo automatizable, que cuando esté en marcha, liberaría de la labor de las necesidades esenciales y con ello de la pobreza. La clave que caracteriza la Edad Moderna es esta misma: proceso. Esto que se ponía en marcha es lo que nos empuja hoy. La edad Moderna se caracteriza por la glorificación del trabajo. Para Marx el hombre no era animal racional ni divino, sino un producto del animal laborans. Adam Smith no estaba muy lejos de esto. Se diferenciaban ante todo en que Smith pensaba que el individuo actuaba por razones egoístas, mientras que Marx veía una estructura de fuerzas sociales como principal determinante de la conducta económica. En ambos casos, el individuo se une a su comunidad mediante el trabajo, y producir es el significado tanto del ser humano como de la vida pública, bajo la forma de proletario marxista o de trabajador liberal en el mercado. La distinción entre labor y trabajo acaba con Marx, pues lo que se produce no se interpreta en términos de lo creado, sino de la funcionalidad de la acción de producir bajo una única clase que produce. La visión materialista de Marx necesita sin embargo un principio comprensivo, sin el cual no puede establecerse orden alguno.

La emancipación laboral del "socialismo científico" que llamaba Marx produciría una elevación del espíritu humano. Marx se equivocaba al pensar que el tiempo libre y la no existencia de incentivo económico por el trabajo haría a la gente trabajar más. "Ese razonamiento es una falacia, el tiempo de ocio del animal laborans siempre se gasta en el consumo, y cuanto más tiempo le queda libre, más ávidos y vehementes son sus apetitos". Arendt describe la adulteración de tal sociedad: los "apetitos" son adulterados, no consistiendo en bienes de primera necesidad, sino que el consumo es de cosas superfluas sin fin, produciendo un consumo-aniquilación. La sociedad floja, ociosa, despreocupada e indolente de hoy, muestra que Arendt ya veía lo inevitable. "La incómoda verdad de esta cuestión" dice Arendt, es que el triunfo logrado por el mundo moderno se debe a la emancipación de la labor, lo cual supuso la invasión de la vida pública por el homo laborans, con lo cual la vida pública pasó a ser actividades privadas abiertamente manifestadas (labor, consumo, etc).

Con el utilitarismo viene el desprecio por toda idea que no produzca algo. El pensamiento pasa a ser cálculo de utilidad individual o social, de consecuencias. Todo ello condujo a una automatización productiva implacable, y a lo que llamamos con el eufemismo cultura de masas. Además nunca hay suficiente actividad laboral para mantener satisfecho a todo el mundo, repleto de comodidad, consumo, ocio, etc. Irónicamente, no ha hecho que deje de haber personas en exclusión, ni ha hecho a la gente más feliz. La automatización produce un tipo de vida dirigida a reproducir a diario las cosas que se desean consumir. "A diferencia de los útiles del artesanado, que en todo momento del proceso de trabajo siguen siendo siervos de la mano, las máquinas exigen que el trabajador las sirva a ellas". Desde el silbato de la fábrica, es la máquina la que impone el ritmo, como divertidamente mostró Chaplin en Tiempos modernos. Desde entonces, la conducta del hombre ha sido condicionada progresivamente, paso a paso.

Relaciones sociales y gobierno

"La condición humana consiste en que el hombre sea un ser condicionado".

La realidad del mundo es la presencia de los otros, no la vida dentro de un aparato burocrático que precisamente interfiere con las relaciones con los otros, las acciones conjuntas, etc. Los griegos hablaban de político, no de social, palabra cuyo origen es romano, societas, que significa asociarse. Los griegos pensaban que los animales se agrupan, por tanto lo que los hombres hacen es otra cosa, acción, algo contrario a la simple inercia gregaria. Por ello Aristóteles hablaba de Animal político palabra que con los siglos acabaría derivando en animal social. Sin embargo, para los griegos las connotaciones son muy distintas, comenzando porque respetaban lo privado, e incluso era condición sine qua non para participar en la vida pública de la polis a nivel político. Con ello también la distinción de lo que es del individuo, y lo que es comunal. La polis implicaba una segunda naturaleza humana, una segunda vida además de tener una vida biológica. Lexis y praxis, discurso y acción, son las acciones orientadas a la polis, esto es, a lo político. Mandar por la fuerza era para el griego pre-político. Política es vida activa, persuadir, hacer.

La polis no es el espacio geográfico, la situación física de la ciudad-estado, sino que es la organización que surge de hablar y actuar juntos. La conducta per se es un proceso. No se necesitarían conversaciones ni acciones para entenderse si todos fuéramos iguales y solo ejecutáramos conductas. Lo importante de la acción no es el hecho empírico del acto, sino la intención, la atribución humana del actor, lo que intenta hacer, como encaja en el esquema compartido de significados, etc. La acción perdería su consciencia, su carácter revelador ante otros, si no se acompañara de conversación. El discurso va mucho más allá de la instrucción, no comunicamos solo gestos que indican signos para ejecutar acciones. Con "la sociedad", el propio discurso se convierte en un objeto que ya no expresa nada de la persona, sino que expresa el interés del sistema de procesos en el que se vive. Es con la palabra y el acto con el que nos insertamos en el mundo humano, y es alejando la acción y la palabra con la que nos desinsertamos.

En la masificación de "la sociedad" se encuentra la soledad. La sociedad de masas se caracteriza por la inexistencia de relaciones entre personas. Hay una relación entre personas siempre con una burocracia entre medias, la relación sucede con "la sociedad", no entre personas. Las personas son seres condicionados que se comportan, no hacen vida activa. Y esto destruye el significado. La vida pública cambia según lo que se haga en ella. Cuando se transformó el trabajo de la esfera privada a la pública, progresivamente la vida se somete a un aparato mecánico y administrativo, y con ello la vida se transforma en esto mismo. Se da la paradoja que contra esta maquinaria, ni lo privado, pero tampoco lo político, pueden defenderse. Es visible que la política de hoy es mero lenguaje, enfático, pero en realidad incapaz de modificar nada sustancial ante la mecanización de "la sociedad" que expropia a las personas progresivamente. El antiguo gobierno de un hombre, por ejemplo de un jefe de un clan, de un rey, etc, se convierte en el gobierno de "la sociedad", lo que implica un "gobierno de nadie". La pérdida de la persona no implica, nos dice Arendt, que no gobierne nadie. Este gobierno de nadie "puede resultar una de las versiones más crueles y tiránicas". Esta despersonificación de la dirección de "la sociedad" implica que ya no se puede señalar a quien no cumple, nadie sabe bien lo que sucede, y el poder se blinda a la acción humana de las personas. La burocracia es la última etapa del gobierno de la nación estado. El poder se mecaniza.

La eudaimonia solo puede alcanzarse en libertad, que implica liberarse de la necesidad. La persona está atrapada entre la necesidad que impone la naturaleza (lo que necesitamos para vivir como alimento, refugio, etc), y la coacción de los demás. Por ello, nos dice Arendt, la única libertad que puede existir es en la vida pública, y la vida pública solo es posible mediante la restricción de la autoridad política. Uno de los mayores efectos de la propaganda estatista ha sido equiparar el derecho a lo privado con acumulación de riqueza. Contrariamente, privado viene de privación, y es el ámbito de la persona que atiende a sus propias necesidades, y mientras así lo hace, no participa en la polis o la res pública que le permita prosperar. Con el romanticismo con Rosseau no se transforma lo privado en íntimo, y adquiere un sentido más contrapuesto a lo social que lo político, el subjetivismo de lo emotivo.

El auge de la "sociedad" correlaciona con la decadencia de la familia. Ésta disminuye a medida que aumenta la administración de los asuntos humanos, que absorbe a las personas hacia "la sociedad". Es posible que el nacimiento de la ciudad-estado conllevara una evolución a medida que se construye una administración que fuera una profecía autocumplida. La administración evoluciona para administrar, y buscará un aumento de lo administrado.. Los asuntos de la vida se van transformando en procesos, hacia "la sociedad", que se expandiría con el estado napoleónico, pasando por la planificación no solo biopolítica de las personas (Foucault), hasta la ingeniería social total actual y sus "algoritmos". "Es mucho más fácil actuar que pensar bajo un régimen tiránico". Las mejores "condiciones sociales" de "la sociedad" son exactamente aquellas en las que el individuo pierde su identidad.

La igualdad en Grecia no era ante el consumo, significaba tratar entre pares. Es decir, estaba relacionada con la libertad, moverse en la esfera de la polis. No pretendía eliminar la individualidad, ni someter a las personas a un mero sistema de producción. Contrariamente, la igualdad griega era orientada al individuo, para que desarrollara y demostrara sus capacidades, en un espíritu agonal. "La sociedad" en cambio se iguala bajo todas las circunstancias, convirtiéndose en una masa que conquista la esfera pública, anulando al individuo. El auge de la sociedad fue paralelo al auge de la ciencia económica, que es la estadística de la masa, objeto de manipulación instrumental con valor predictivo, lo cual es la anulación del individuo y de las relaciones entre personas. A medida que la masa crece, el valor predictivo aumenta y se produce una profecía autocumplida como consecuencia del "tratamiento matemático de la realidad". La historia también se convierte en una mera estadística de la masa. La economía es calcular el consumo de lo producido, la natalidad, mortalidad, etc. Esta política estadística, esta ciencia social, "apuntan a reducir al hombre, en todas sus actividades, al nivel de un animal de conducta condicionada". Masa, conducta uniforme, crecimiento económico, y predicción científica se unen y crean una nueva consciencia, la del Mundo Moderno. Científico, moral bajo el eufemismo "fuerzas sociales", "interés común", autocumplido en el crecimiento económico, etc.

La sociedad marxista no estaba impedida por una lucha de clases, sino por el estado nación, caduco nos dice Arendt. Marx predijo correctamente el debilitamiento del estado y su transformación por la pura administración mecanizada. Pero se equivocó al pensar que el problema se enmarcaba en una dialéctica de clase, que se sucedería mediante una revolución (irónicamente el capitalismo acaba aquí), ni conduce a un "reino de la libertad" precisamente. "La sociedad de masas ha devorado a todos los estratos de la nación", y la "conducta social" es convertida en un objeto con el que se modela la vida y las relaciones entre personas. En nombre de la igualdad por supuesto. La vida contemporánea es monolítica, unitaria, y por ello "capaz al mismo tiempo de llevar a la humanidad a su extinción".

La historia que estudiamos la marcan unos pocos sucesos relacionados con la administración, no la vida que han vivido las personas. Los griegos sabían que la polis solo podría sobrevivir si se limitaba el número de personas, lo contrario es crear una masa que genera inevitablemente un rebaño despótico, manipulados por un discurso u otro. Esto define la política actual. Los "grandes números" de la Edad Moderna explican para Arendt el conformismo y la conducta automática de los asuntos humanos. La uniformidad estadística es el ideal político.

La liberación de la "sociedad tradicional", como se nos ha vendido, acaba transformándose en una sociedad de masas, la cual produce una absorción aún mayor, tomada por la administración de toda persona que transforma la vida humana en mera conducta condicionada mediante la coacción burocrática. "Esta igualdad moderna, basada en el conformismo", dice Arendt, es "únicamente posible porque la conducta ha reemplazado a la acción como la principal forma de la relación humana". Es decir, la conducta como procedimiento del estado burocratizado, no como acción humana. El hombre "se comporta pero no actúa". El hombre pasó a ser trabajador, empleado, poco más. A medida que se administra todo proceso, incluido el comportamiento humano, el discurso es una mera reverberación de esos procesos, no un diálogo entre personas. "Siempre se ha supuesto -quizás erróneamente- que el pensamiento era patrimonio de unos pocos. Quizá no sea excesivo atrevimiento creer que en nuestros días esos pocos son aún menos".

"Las ciencias naturales se han convertido exclusivamente en ciencias de proceso" y en su última etapa, en ciencias del proceso sin retorno". El problema de la naturaleza humana, es determinar la esencia, algo que solo un dios podría hacer. Podemos ubicar al ser humano en un nivel antropológico, histórico, etc. Podemos determinar que somos seres humanos, mamíferos, formados por órganos y células, mediante procesos codificados mediante proteínas que a su vez son cadenas de aminoácidos, etc. Pero clasificar las cosas no es lo mismo que determinar quienes somos. Mientras mas se materializan las cosas que construimos, y se materializa el proyecto mecánico de "la sociedad" fundamentado en producir cosas, más se condiciona la conducta del ser humano por las cosas producidas, y más se fagocita la vida humana. Los objetos son más duraderos que las personas.

"Resulta fácilmente concebible que la época moderna, que comenzó con una explosión de la actividad humana tan prometedora y sin precedente, acabe en la pasividad más mortal y estéril de todas las conocidas por la historia".

Comentarios finales

¿Por qué se habla tan poco de Hannah Arendt, siendo quizás la mujer filósofa más relevante de todo el siglo XX? Podemos intuir que, como sucede con Clara Campoamor, es una mujer que no dice lo que tiene que decir. No pertenece a esa clase de mujeres con el guion escrito a las que, casualidad, promociona el poder y el capital constantemente.

Es evidente que masivamente se ha hecho confundir riqueza y propiedad. No es la propiedad "de la riqueza" lo que se defiende, sino la propiedad como derecho de uno mismo y su espacio como ser humano a salvo de "la sociedad" y del poder. Interesa confundirlo para que el individuo legitime sin resistencia su propia expropiación. La transformación de la vida en "la sociedad", supuso eliminar al individuo y el espacio privado, pero eliminando a la persona se elimina también el espacio público que necesita la acción entre esas mismas personas. Las organizaciones políticas del S XVII y XVIII y XIX, que decían liberar al ser humano de los poderes que le someten, se han convertido en los mayores focos generadores de poder de toda la historia, dice Arendt. "La conservación" dice Arendt, es antieconómica al ser impedimento de la producción y acumulación de nueva riqueza. La hipocresía del proyecto comunista y socialista es que quiso compararse al sistema capitalista, precisamente, en sus propios términos de desarrollo industrial, progreso, y acumulación de riqueza. Querían demostrarse mejores que el capitalismo en tanto mayores generadores de riqueza e industria. Cuando el interés se centra en el crecimiento racionalmente planificado, exista mayor o menor intervención por las vías capitalista, marxista o socialista, la persona pasa a ser un objeto, la masa, sometido a la operativa mecánica productiva. Se llama "capitalismo" a una ingeniería crediticia inflacionista que dirige el estado y hunde sus raíces en proyectos de expropiación y planificación de "la sociedad". Hoy mismo de forma abrumadora las personas participan mediante endeudamiento con "la sociedad" y producción para "la sociedad", no como propiedad ni como ahorro.

La Alemania nazi volvía a mostrar que, efectivamente, la destrucción es un gran estimulante del progreso y de la acumulación de riqueza. Marx había entendido perfectamente el efecto estimulante de la destrucción y describe en varias ocasiones como la violencia es parturienta de cambios. Tanto el marxismo, el proyecto soviético, el proyecto nazi, tienen en común una idea de progreso explícitamente orientada a la aniquilación de todo elemento cultural, tradición y vínculo entre personas, comunidades... salvo el vínculo identitario con el aparato de poder (como proletario, como ario, etc). Para este proceso de manipulación, debe eliminarse toda identidad y vínculo entre personas (tradiciones, cultura, religión, etc), visiblemente usando símbolos e incluso indumentarias que los "igualen". Lenin y Stalin habían mostrado las consecuencias de la expropiación de la propiedad de las personas, y entonces los autores marxistas de pronto se volvieron antimarxistas, dice Arendt. Esos mismos filósofos de pronto comenzaron a hablar del individuo, y no de "la sociedad" o "la clase".

La hipocresía igualitaria radica sobre todo en el hecho de que todo el mundo ha querido precisamente más riqueza, no más vida pública, relaciones entre personas, soberanía, u otros valores. Es más, la acumulación de riqueza de "la sociedad" en nombre de toda clase de valores en realidad ha ido a costa de estos. Lo único que defiende el individuo es su cuota, y el resto del discurso es un disfraz moral de un interés material. Contrariamente, muchas de las personas que defienden la propiedad no lo hacen por una codiciosa aspiración material, lo que defienden es el derecho y al individuo de la amenaza del poder burocrático. El estado burocrático de "la sociedad" de masas no solo destruye lo privado y al individuo, sino también lo público. A medida que "la sociedad" se mecaniza, el individuo desaparece, y con ello la acción humana y el espacio público. La política, que al contrario que la burocratización, solo pueden hacerla las personas, pierde peso. El proyecto occidental quizás fue más sutil, pero progresivamente ha ido conduciendo, casualmente, al mismo discurso de "la sociedad" a favor de "la igualdad" contra la propiedad, etc. Ningún político habla de devolver el poder a las personas que hacen, o hacían, la vida. Con la pérdida del individuo, el discurso también se mecaniza, y las personas se preocupan por asuntos retóricos, no por asuntos públicos verdaderamente políticos. La voluntad de poder es quizás el vicio más peligroso nos dice Arendt. Estaría bien que lo entendieran quienes creen en los juegos de lenguaje que producen los políticos para expropiar a las personas el poder de acción.

Los griegos veían el utilitarismo vulgar. Platón vio que si se toma al hombre como medida de todas las cosas, entonces el hombre acabaría instrumentalizando todo, así el árbol deja de ser un árbol y se convierte en madera. El hombre utilitario de "la socieda" deja de ser el hombre de acción, de pensamiento, etc, siendo un hombre instrumento. Si el hombre es el fin de las cosas, entonces las cosas no son mas que medios y no tienen significado, y en la subjetividad de los fines, se pierde el criterio de maximización utilitarista. La misma sociedad es un objeto mecánico, un instrumento utilitarista. Si el homo laborans no entiende la instrumentalidad y queda reducido a un laborante, el homo faber no entiende el significado y queda reducido a un productor de medios. La utilidad no puede ser un modelo para la vida, y contrariamente devalúa todo lo existente. Incluso la pareja se convierte en un instrumento, útil mientras satisfaga la expectativa de hedonismo. El utilitarismo como ética es falaz, porque es un medio a fines, y el uso no puede generar significados a parte del uso, creando la paradoja del "uso del uso". De aquí la insatisfacción perpetua y el sentimiento de vacío que no cesa, a pesar de la sobredosis de comodidades y ocio actual. El consumo de cosas destruye lo que realmente anhela el ser humano: significado. Mientras que cierto progreso técnico y productivo efectivamente tuvo un valor para acabar con la pobreza más severa, una sociedad de meros consumidores resulta alarmante, más por ser vista como ideal que como la realidad que ya es, exagerando el valor del "progreso", dice Arendt. Por la misma evolución, se atrofia la implicación humana en esas mismas comunidades. La apatía y la desaparición de la iniciativa amenaza precisamente a las comunidades ricas de todo el mundo, absorbidas por la mecánica de "la sociedad". Finalmente, la utilidad es la de la máquina. Los humanos ya no sirven a fines humanos, y las máquinas tampoco sirven a fines humanos, sino que el fin humano es servir a la expansión de las funciones de las máquinas, que no sabemos cuales son, ni donde acabarán. Son los grados de libertad de las máquinas lo que le servimos a las máquinas.

"La cuestión por consiguiente no es tanto saber si somos dueños o esclavos de nuestras máquinas, sino si estas aún sirven al mundo y a sus cosas, o si, por el contrario, dichas máquinas y el movimiento automático de sus procesos han comenzado a dominar e incluso a destruir el mundo y las cosas". Hannah Arendt.

Citar como: Bordallo. A. Revisión de La condición humana. ICNS. Accesible en https://www.icns.es/noticia_Hannah_Arendt_la_condicion_humana
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