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Explicación evolutiva de las pesadillas

Millones de personas sufren trastornos del sueño como insomnio y terrores nocturnos.

Los comportamientos y cogniciones adoptados por el individuo para lidiar con el insomnio y pesadillas en estado agudo pueden conducir a su cronicidad.

Varios autores diferentes han sugerido que los trastornos del sueño mencionados anteriormente pueden haber tenido una función de supervivencia en nuestro pasado ancestral. Una respuesta adaptativa al estrés real o percibido caracteriza a estos trastornos, mientras que el fracaso de la extinción del miedo y el retorno a la seguridad explicaría su fase persistente. Se trataría de una disfunción en los recuerdos.

En las sociedades primitivas existía la necesidad de mantener un estado de hipervigilancia: posibles ataques por parte de los animales salvajes, tribus hostiles..

Aunque esa época ya ha pasado, el origen relacionado con la amenaza de la agresión es universal y atemporal, donde el mecanismo responsable tiene como objetivo la supervivencia.

Estudios electroencefalográficos y cognitivos aportan pruebas de esta función adaptativa.

La Teoría de Simulación de Amenazas postula que la función evolutiva de soñar es permitir una simulación selectiva, fuera de línea de eventos amenazantes, que promuevan el desarrollo de habilidades para evitar amenazas en la vida de vigilia.
Fenomenológicamente, se ha demostrado que ser perseguido o atacado es el marco central más típico de pesadillas en todo el mundo, lo que respalda la universalidad de las experiencias amenazadoras en los sueños. Desde el punto de vista neurofisiológico, un sistema de simulación de amenazas, principalmente servido por una amígdala activada en el sueño REM, sería responsable de las experiencias amenazadoras realistas y de comportamiento en el sueño real, que conduciría a un mejor desempeño en situaciones de la vida real.

En un estudio de 127 participantes se vio que aquellos con mayor incidencia de miedo en sus sueños mostraron una respuesta reducida en la ínsula, la amígdala y el nervio central, a los estímulos que provocan miedo, mientras están despiertos.
Los sujetos con pesadillas más ocurrentes tienen mejores procesos de regulación de la emoción y una mayor actividad de la corteza prefrontal medial. Ejercen un control inhibitorio sobre la expresión del miedo.

Aunque ahora no nos atacaría un animal salvaje mientras dormimos, estamos expuestos a situaciones que durante la vigilia nos generan ansiedad. Las soluciones inicialmente adaptativas de nuestro pasado ancestral y sus "homólogos" modernos, activarían automáticamente los mismos sistemas de "lucha o huida".

Soñar puede servir para simular respuestas a los eventos que amenazan en un entorno totalmente seguro y, al hacerlo, ayudaría al individuo a responder de manera adecuada y eficiente a los eventos peligrosos de la vida real.

* Las noticias publicadas sobre estudios no suponen un posicionamiento oficial de ICNS, ni una recomendación clínica.
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