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El matrimonio puede influir positivamente en la microbiota, mejorando la salud.

La investigación en ciencias sociales ha demostrado que las personas que conviven y las relaciones matrimoniales tienen mejor salud que los adultos no asociados, que se logran en gran medida en el contexto de relaciones de alta calidad. 

Investigaciones adicionales apuntan a procesos biológicos relacionados con el estrés, que también pueden contribuir a los impactos positivos de las relaciones sociales a través de cambios en los procesos inflamatorios, el síndrome metabólico y el funcionamiento neurológico.

Este estudio en el campo de la microbiología apunta a otro posible mecanismo biológico que vincula las relaciones humanas y la salud: el microbioma.

Las comunidades microbianas que habitan los mamíferos tienen profundos efectos en la biología y la salud, al modular el epigenoma, la función cerebral y el metabolismo de los medicamentos y nutrientes, además de afectar a la función del sistema inmunitario y el desarrollo.

Existe una amplia evidencia de que las parejas que conviven en la vejez han mejorado sustancialmente el bienestar físico y psicológico en comparación con los adultos solteros.

En este trabajo realizaron una colaboración multidisciplinaria para investigar los vínculos entre la interacción humana, la microbiota y la salud.

Correlacionaron la microbiota fecal de 408 individuos (58-61 años) con datos de salud, y se comparó parejas y hermanos dentro de la cohorte.
Se obtuvieron un total de 24.5 millones de secuencias de alta calidad para 408 muestras fecales. 

Descubrieron que las personas que convivían con un cónyuge o pareja tenían una composición de microbiota más similar con su cónyuge/pareja que convivía, así como una mayor diversidad y riqueza que las personas solteras, no convivientes. Dado que todos los pares de cohabitación eran hombre-mujer y el sexo fue un determinante fuerte de la microbiota en este estudio, la mayor diversidad puede deberse en parte al intercambio sostenido de microorganismos entre los sexos, aunque no pudimos probar esto dado que no había parejas homosexuales.

Por lo tanto, factores adultos como el matrimonio con la cohabitación (cónyuges) parecen tener una mayor influencia en la microbiota intestinal adulta que el entorno de la vida temprana o la genética (hermanos).

Es importante destacar que los impactos aparentes de la cercanía de la relación no parecen estar mediados por similitudes en la dieta.

Si bien la dieta a menudo se correlaciona con la microbiota gastrointestinal, la cercanía apunta a las contribuciones menos entendidas de las interacciones humanas y los comportamientos compartidos.

En este estudio, la cercanía de la relación puede representar una medida sumativa del tiempo que pasan juntos, el afecto físico y otras interacciones humanas con el potencial de resultar en el intercambio microbiano. De hecho, hay evidencia de que el microbioma salival influye en el microbioma intestinal y el microbioma salival puede verse influenciado por los besos.

Esto se ve respaldado por el hecho de que los cónyuges tenían más unidades taxonómicas operativas (OTU, un proxy para especies microbianas) en común que los hermanos. 

Estos resultados brindan apoyo al microbioma intestinal como una posible vía de mediación entre las relaciones sociales, especialmente la convivencia entre parejas, la salud y la mortalidad. 

* Las noticias publicadas sobre estudios no suponen un posicionamiento oficial de ICNS, ni una recomendación clínica.
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