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Carlo Rovelli, El orden del tiempo

El mundo se mueve, por lo que Aristóteles pensó que el tiempo era una medida del movimiento o cambio de las cosas. Cuando decimos que volveremos pasado mañana, hacemos referencia al movimiento, volveremos cuando el sol haya salido y se haya puesto dos veces. El tiempo es el cambio en el orden de los acontecimientos, y si las cosas no cambian, entonces no hay tiempo, pues ambos están relacionados. Newton en cambio pensó que el tiempo era algo que existía independientemente de las cosas. Siempre se pensó en el tiempo como una variable única, y la física se desarrolló para explicar las cosas en el orden del tiempo. Sin embargo, resulta que el tiempo no es un fenómeno unitario, y transcurre de forma diferente en cada parte del mundo. El tiempo transcurre más deprisa en la montaña y más lento en el llano, y un reloj va más despacio mientras más cerca del suelo esté. Por tanto el tiempo no puede reducirse a un fenómeno unitario que mide el reloj. Cada punto del espacio tiene su tiempo distinto y el mundo no evoluciona en el tiempo, como un fenómeno único, sino que casa cosa evoluciona envuelto en su propio tiempo. Parece que el tiempo implica movimiento y cambio, pero respecto a una estructura de realidad diferente a nuestra intuición sensorial: el campo.

Del mismo modo que un objeto que se sumerge desplaza el agua a su alrededor, los cuerpos celestes hacen lo mismo con aquello que hay a su alrededor, el espacio y el tiempo. Los cuerpos ralentizan el tiempo en sus inmediaciones. Las cosas caen por la ralentización del cuerpo, allí donde el tiempo es uniforme, como en el espacio, las cosas flotan. Nosotros estamos de pie en el suelo porque nuestro cuerpo se dirige de forma natural allí donde el tiempo va más despacio. Vemos como tiempo y gravedad muestran una relación estrecha, el espacio-tiempo es el campo gravitatorio y viceversa. El campo gravitatorio puede estirarse y curvarse, originando la gravedad, y formando una geometría del espacio y del tiempo. Pero también Einstein se dio cuenta de que la velocidad hace lo mismo, ralentizando el tiempo. Esto pudo medirse en la década de 1960, montando relojes de precisión en aviones a reacción, que mostraban que el tiempo pasaba más lento y el reloj iba por detrás a los relojes que se habían quedado en tierra.

Lo más característico del tiempo no es la velocidad con el que transcurre, sino el hecho de que es distinto adelante y atrás, aquellas características que percibimos respecto al orden en el que suceden las cosas, el hecho de que en el sentido de futuro parezca abierto y en el pasado cerrado, que la causa preceda temporalmente al efecto. La única ley general de la física que muestra esta dirección es relativa a la entropía. El resto de leyes de Newton, Maxwell, Einstein, Heisenberg, Schrödinger, Dirac, etc, pueden circular en ambas direcciones, pudiendo una secuencia de eventos ir hacia delante o hacia atrás. En cambio el calor no puede pasar de un cuerpo frío a uno caliente, según formuló Clausius. La entropía muestra esta direccionalidad, aumenta o permanece igual, pero no disminuye nunca, lo que fundamenta el segundo principio de la termodinámica. La única ecuación fundamental que explica la flecha del tiempo es esta.

No existe algo llamado "ahora" válido para todo el universo, porque cada lugar tiene su tiempo. Una persona que viva en otro planeta podría tardar 4 años "suyos" en llegar donde estamos, que para nuestro lugar serían 10 años "nuestros". El presente solo tiene sentido en lo geográficamente cercano. Incluso las comunicaciones por voz o imagen no tendrían un tiempo "real". El presente del universo no significa nada, nos dice Carlo. Los eventos del universo no tienen un pasado ni un futuro, sino que tienen su pasado y su futuro con algunas partes, pero las distintas partes tienen sus propias relaciones, no teniendo relaciones de pasado y futuro con otras partes del universo. Esto implica que no existe un presente común para todo. Si no existe el presente en el universo, ¿que es lo que "hay" realmente?.

La diferencia entre pasado y futuro más que un movimiento mecánico que puede ser intuitivo en nuestra percepción existencial, es un proceso de entropía, de desorden. Es decir, hay una dirección desde orden a desorden, lo que supondría que los fenómenos del universo comienzan como estados de baja entropía. Sin embargo, un aspecto problemático es que la consideración de entrópico depende de la observación, y una observación microscópica muestra que entropía son diversas configuraciones, estados microscópicos, no distinguibles en una observación desenfocada. En lo microscópico lo causal y el sentido del tiempo desaparecen, quedando eventos que vinculan a tiempos y regularidades asociadas.

Si el campo universal se fragmenta en una constelación de tiempos propios, con el universo cuántico todo esto desaparece. Con los cuantos, cada uno de estos tiempos está disperso en una nube pudiendo adquirir unos valores y no otros, mediante las propiedades de granularidad, indeterminación y el aspecto relacional de las variables físicas. No hay continuidad en el tiempo, sino cuantos, salta de un punto a otro, quizás parecido al efecto del movimiento en una película, que es en realidad una sucesión de fotogramas estáticos que saltan. Entre fotograma y fotograma no hay nada, del mismo modo, entre cuanto y cuanto no existe tiempo. Esto en realidad lo sugirió en sus etimologías nuestro Isidoro de Sevilla en el SVII, aunque quizás ya lo pensaron los griegos anteriormente pero se ha perdido.

Hemos ido explicando el mundo a lo largo de milenios con la gramática de lo que vemos, y de lo que hemos sido capaces de imaginar en cada momento. La gramática de cada tiempo recoge lo visible en ese tiempo, pero no recoge aquello que no vemos. La gramática de lo invisible mueve el mundo. La tierra parece plana y sin embargo es una esfera, nos dice Carlo. Las cosas parecen una cosa, pero son otras si miramos con otras lentes. Cabe preguntarse si existen unas lentes definitivas para decir lo que las cosas "son".

La estructura temporal del mundo es distinta de nuestra intuición. Carlo Rovelli.

Citar como: Bordallo. A. El orden del tiempo, de Carlo Rovelli. ICNS. Accesible en https://www.icns.es/articulo_carlo-rovelli-el-orden-del-tiempo

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