Medicina
La vitamina K2 puede disminuir los calambres nocturnos

Los calambres nocturnos en las piernas afectan a un porcentaje significativo de la población, con mayor prevalencia en adultos mayores, comprometiendo la calidad del sueño y el bienestar general. En personas mayores, los calambres nocturnos pueden originarse por una combinación de disfunción neuromuscular, problemas circulatorios, alteraciones electrolíticas y envejecimiento muscular. La vitamina K2 modula la entrada del calcio al músculo, reduciendo así la contractilidad sostenida responsable de los calambres. También activa la proteína Gla de la matriz (MGP), que inhibe la calcificación arterial, y mejora la circulación sanguínea y el aporte de oxígeno a los músculos, favoreciendo la eliminación de metabolitos que podrían desencadenar espasmos. Adicionalmente, su interacción con el metabolismo del magnesio, potasio y vitamina D podría contribuir indirectamente a una mejor función muscular.
Un ensayo clínico aleatorizado, doble ciego y controlado con placebo (Tan et al., 2024) evaluó la eficacia y seguridad de la suplementación con vitamina K2 en adultos mayores de 65 años que experimentaban calambres nocturnos frecuentes. Participaron 199 personas con al menos dos episodios semanales documentados de calambres nocturnos, sin patologías metabólicas o neurológicas previas que explicaran la condición. Los participantes fueron asignados aleatoriamente a tomar una cápsula de vitamina K2 (menaquinona-7, 180 μg) o un placebo diarios durante la noche a lo largo de ocho semanas. El estudio analizó la reducción en la frecuencia de los calambres semanales, así como la duración promedio de los episodios y la intensidad del dolor, medida con una escala analógica visual. Los síntomas fueron registrados por los participantes y se monitoreó la adherencia al tratamiento y posibles efectos adversos semanalmente.
Tras ocho semanas de intervención, los resultados mostraron que el grupo asignado a la suplementación con vitamina K2 experimentó una reducción significativa de la frecuencia de los calambres nocturnos, mostrando un promedio de menos de un episodio semanal tras la intervención, mientras que en el grupo placebo la media se mantuvo cercana a los cuatro episodios semanales. Asimismo, la duración e intensidad del dolor disminuyeron en ambos grupos, aunque de manera más pronunciada en quienes recibieron vitamina K2. La intervención fue bien tolerada y no se reportaron efectos adversos relevantes.
En conclusión, este estudio sugiere que la vitamina K2 es una estrategia eficaz y bien tolerada para reducir la frecuencia, duración e intensidad de los calambres nocturnos en personas mayores. Su efecto se observó desde la primera semana de tratamiento, lo que sugiere una rápida acción. El estudio cuenta con varias fortalezas, como su diseño aleatorizado y controlado con placebo, así como un seguimiento riguroso de los participantes. No obstante, el estudio presenta algunas limitaciones, como la duración relativamente corta del ensayo clínico, o la alta prevalencia de hipertensión y diabetes en la muestra. Por otro lado, no se evaluó el impacto del tratamiento en la calidad del sueño, un factor relevante para determinar el beneficio clínico de la suplementación. Se requieren estudios adicionales en poblaciones más diversas para confirmar estos efectos y determinar su relevancia clínica en distintos grupos de pacientes.
Un ensayo clínico aleatorizado, doble ciego y controlado con placebo (Tan et al., 2024) evaluó la eficacia y seguridad de la suplementación con vitamina K2 en adultos mayores de 65 años que experimentaban calambres nocturnos frecuentes. Participaron 199 personas con al menos dos episodios semanales documentados de calambres nocturnos, sin patologías metabólicas o neurológicas previas que explicaran la condición. Los participantes fueron asignados aleatoriamente a tomar una cápsula de vitamina K2 (menaquinona-7, 180 μg) o un placebo diarios durante la noche a lo largo de ocho semanas. El estudio analizó la reducción en la frecuencia de los calambres semanales, así como la duración promedio de los episodios y la intensidad del dolor, medida con una escala analógica visual. Los síntomas fueron registrados por los participantes y se monitoreó la adherencia al tratamiento y posibles efectos adversos semanalmente.
Tras ocho semanas de intervención, los resultados mostraron que el grupo asignado a la suplementación con vitamina K2 experimentó una reducción significativa de la frecuencia de los calambres nocturnos, mostrando un promedio de menos de un episodio semanal tras la intervención, mientras que en el grupo placebo la media se mantuvo cercana a los cuatro episodios semanales. Asimismo, la duración e intensidad del dolor disminuyeron en ambos grupos, aunque de manera más pronunciada en quienes recibieron vitamina K2. La intervención fue bien tolerada y no se reportaron efectos adversos relevantes.
En conclusión, este estudio sugiere que la vitamina K2 es una estrategia eficaz y bien tolerada para reducir la frecuencia, duración e intensidad de los calambres nocturnos en personas mayores. Su efecto se observó desde la primera semana de tratamiento, lo que sugiere una rápida acción. El estudio cuenta con varias fortalezas, como su diseño aleatorizado y controlado con placebo, así como un seguimiento riguroso de los participantes. No obstante, el estudio presenta algunas limitaciones, como la duración relativamente corta del ensayo clínico, o la alta prevalencia de hipertensión y diabetes en la muestra. Por otro lado, no se evaluó el impacto del tratamiento en la calidad del sueño, un factor relevante para determinar el beneficio clínico de la suplementación. Se requieren estudios adicionales en poblaciones más diversas para confirmar estos efectos y determinar su relevancia clínica en distintos grupos de pacientes.
Tan, J et al, 2024. Vitamin K2 in managing nocturnal leg cramps: A randomized clinical trial. JAMA Internal Medicine, 184(12), 1443-1447. https://doi.org/10.1001/jamainternmed.2024.5726
* Las noticias publicadas sobre estudios no suponen un posicionamiento oficial de ICNS, ni una recomendación clínica.