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La vitamina D previene las infecciones respiratorias

La vitamina D regula el sistema inmunológico participando en distintos procesos como la integridad de las barreras celulares, a través de la inmunidad innata y la inmunidad adaptativa, y estimulando proteínas antimicrobianas como la catelicidina y las defensinas, esenciales contra patógenos respiratorios. Estudios previos han asociado niveles bajos de vitamina D con una mayor incidencia de infecciones respiratorias agudas, sin embargo, los resultados de los ensayos clínicos con vitamina D han arrojado datos inconsistentes dada la alta heterogeneidad de poblaciones y suplementación.

Una revisión sistemática y meta-análisis reciente (Wang et al., 2024) evaluó los efectos de la suplementación con vitamina D para la prevención de infecciones respiratorias agudas. Se analizaron 43 ensayos controlados aleatorizados, con cerca de 50.000 participantes de diversas edades y condiciones clínicas. Las intervenciones compararon la suplementación con vitamina D frente a un placebo o distintas dosis de la misma (entre 200 IU y 200.000 IU), administradas en distintas frecuencias (diaria, semanal, mensual o en dosis únicas). Los estudios se realizaron en diferentes áreas geográficas y periodos estacionales, desde inviernos hasta climas tropicales y templados. Se evaluó la proporción de participantes que presentó al menos un episodio de infección respiratoria aguda durante el estudio, realizando análisis por subgrupos según edad, nivel basal de vitamina D, frecuencia de dosificación, duración del ensayo, entre otros factores.

Los resultados muestran que las condiciones de administración son clave, observándose un efecto preventivo significativo en administraciones invernales y transiciones estacionales que excluyen el verano, estudios menores a 4 meses, y climas con baja exposición solar. Adicionalmente, se muestra beneficio con administraciones diarias, y en dosis bajas, entre 400 a 1.200 UI. Por el contrario, dosis altas o administradas con menor frecuencia no ofrecieron beneficios claros. Estos beneficios fueron más pronunciados en personas con niveles iniciales bajos de vitamina D, y en personas con comorbilidades. No obstante, dado que el contexto es amplio y existen muchos factores contextuales mediadores, vamos a contextualizar algunos aspectos clave a razonar.

En primer lugar se muestra que no es siempre necesario analizar la vitamina D de las personas, y que existiendo mayor beneficio con niveles más bajos de vitamina D, no es necesariamente el principal predictor de su eficacia. También encontramos que dosis mayores no funcionan mejor que pequeñas dosis preventivas, lo que muestra que no debemos dar por hecha la lógica mecanicista de "corregir" deficiencias plasmáticas, ni criterios de elevación de vitamina D en plasma. Entre los materiales suplementarios del estudio encontramos de hecho un efecto de reducción de riesgos particularmente grande en zonas tropicales que en este caso solo se muestra con altas dosis de vitamina D. El hecho de que en áreas en las que existe menor deficiencia de vitamina D encontremos este efecto sugiere repensar si el enfoque centrado en niveles plasmáticos como guía clínica es adecuado. A nivel de individuo, vivir en zonas soleadas no implica que exista una exposición corporal amplia al sol, y el efecto de la propia exposición solar en la producción de vitamina D es mediado por la pigmentación en la piel y fotoadaptación, la salud metabólica de la persona, la ropa, e incluso la calidad de la alimentación. También debe tenerse en cuenta que muchas personas ingieren dosis significativas de vitamina D en múltiples alimentos enriquecidos, mientras que otras personas pueden tener deficiencias alimentarias, lo que puede haber complicado el estudio de la suplementación con vitamina D. Encontramos un mayor efecto en suplementación diaria respecto a administraciones mensuales, más cómodas en muchas circunstancias, pero de menor eficacia, quizás al producir efectos no uniformes y activar ciertos procesos enzimáticos y metabólicos de resistencia. Las personas con comorbilidades parecen mostrar mayor beneficio en general, y a su vez un mayor beneficio en administraciones más prolongadas respecto a administraciones más a corto plazo estacionales. Debe tenerse en cuenta que la vitamina D tiene distintos efectos a nivel de modulación de citoquinas que pueden beneficiar algunas patologías particulares, posiblemente activando umbrales que ponen en marcha mecanismos inmunológicos no directamente relacionados con los niveles séricos de 25-OH-D. Los hombres parecen obtener mayor beneficio que las mujeres, aunque este aspecto requiere un estudio más a fondo. En definitiva, es más importante entender la población diana y el contexto de la administración que simplemente pensar en análisis de vitamina D en plasma. Determinar los niveles basales de vitamina D pueden ser un criterio útil en algunas personas, pero no debería sistematizarse realizar analíticas a toda la población para la prescripción de la misma.

En conclusión, este meta-análisis sugiere que la suplementación diaria con vitamina D puede reducir el riesgo de infecciones respiratorias agudas. Esta reducción del riesgo sin embargo depende ampliamente de muchos aspectos contextuales e individuales, siendo mayor el efecto con dosis bajas y moderadas que pueden ir entre las 400-1200 IU/día, en periodos alrededor del invierno y con administraciones diarias. Adicionalmente, el beneficio puede ser más probable en personas con comorbilidades, y aquellas con déficits plasmáticos. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que el efecto de la vitamina D no responde al positivismo mecanicista común en el razonamiento médico, existiendo múltiples variables mediadoras que no pueden reducirse a una analítica. Algunas fortalezas de esta revisión sistemática es que la evaluación de la mayor parte de los ensayos clínicos muestra un riesgo de sesgo bajo, lo que hace el resultado más confiable. Como limitaciones, la mayor parte de los estudios provienen de países con climas templados de Europa y Estados Unidos, con economías de altos ingresos, lo que limita la extrapolación de los resultados a otras regiones que pueden requerir dosis mayores de esta vitamina. A pesar de estas limitaciones, dada su relación costo-efectiva y su potencial terapéutico, la suplementación diaria con vitamina D con dosis bajas a moderadas alrededor del invierno podría ser una estrategia de salud pública valiosa para reducir el riesgo de infecciones respiratorias, especialmente en poblaciones vulnerables. No obstante, se requieren más investigaciones centradas específicamente en las distintas variables mediadoras importantes que permitan mejorar las indicaciones terapéuticas con mayor precisión, y una evaluación más directa de resultados sobre mortalidad.
Referencias:
Wang, C.-H et al, 2024. Optimal methods of vitamin D supplementation to prevent acute respiratory infections: A systematic review, dose–response and pairwise meta-analysis of randomized controlled trials. Nutrition Journal, 23, 92. https://doi.org/10.1186/s12937-024-00990-w

* Las noticias publicadas sobre estudios no suponen un posicionamiento oficial de ICNS, ni una recomendación clínica.
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