Neurociencia y Psicología
¿Tienen personalidad los perros y los gatos? Una respuesta basada en la ciencia

La evidencia científica revela que perros y gatos tienen rasgos de personalidad únicos, no muy diferentes a los humanos, y validados mediante investigación. En este artículo exploramos los rasgos de personalidad estudiados en ambas especies.
Durante buena parte del siglo XX, la comunidad científica descartó la posibilidad de que animales pudieran presentar rasgos de personalidad que caracterizaran patrones de conducta con cierta estabilidad. Esta visión asumía que su comportamiento era exclusivamente instintivo y reactivo. No obstante, estudios recientes han demostrado que tanto los perros como los gatos exhiben diferencias conductuales duraderas a lo largo del tiempo y en distintos contextos, cumpliendo con los tres criterios clásicos de la personalidad en psicología comparada: estabilidad temporal, transituacionalidad y variabilidad interindividual. Estas diferencias han sido documentadas mediante metodologías robustas y evidencia replicada en diversos estudios, incluyendo muestras amplias, análisis estadísticos multivariados y validación psicométrica de instrumentos específicos, sometidos a procesos de acuerdo interevaluador. Como sucede en la investigación humana, los cuestionarios en gatos han demostrado replicabilidad factorial, validez discriminativa y estabilidad test–retest, y se han validado instrumentos en perros.
La existencia de rasgos esenciales de personalidad, tanto en humanos como en animales, debe tener una relación evolutiva con funciones esenciales del sistema nervioso. Hemos explicado la evolución de los rasgos de personalidad anteriormente. Los aspectos más básicos de nuestra personalidad deben haber evolucionado en torno a las funciones básicas que permiten nuestra supervivencia. Debemos tener mecanismos neuronales que nos incentiven para evitar situaciones que pongan en peligro nuestra supervivencia. Así, las personas experimentamos universalmente emociones como miedo o ansiedad, que nos alertan y nos hacen evitar situaciones peligrosas. Para sobrevivir debemos obtener recompensas y sentir emociones agradables cuando satisfacemos necesidades. También debemos tener cierta orientación social dado que la supervivencia ha sido posible mediante relaciones con otros. Por ello, no es sorprendente que los humanos compartamos buena parte de los rasgos que se han observado en perros y gatos.
• Neuroticismo: inseguridad, miedo, tensión.
• Extraversión: vigilancia, curiosidad, actividad.
• Dominancia: conducta jerárquica frente a otros gatos.
• Impulsividad: reactividad, baja previsibilidad.
• Amabilidad: afectuosidad, tolerancia, baja irritabilidad.
Estudios más recientes han refinado esta estructura. Mikkola et al. (2021) identificaron siete factores mediante análisis factorial de 138 ítems aplicados a más de 4.300 gatos. Entre ellos se incluyen siete dimensiones conductuales: miedo, actividad/juego, agresividad hacia humanos, sociabilidad hacia humanos, sociabilidad hacia gatos, acicalamiento excesivo y problemas con la caja de arena, estas últimas vinculadas posiblemente con factores de estrés o salud. Recordemos que el juego ya estaba en los modelos de otros autores como Panksepp.
• Inseguridad: miedo y reactividad ante estímulos.
• Enfoque en el entrenamiento: atención, obediencia, capacidad de aprendizaje.
• Energía: excitabilidad, actividad general.
• Sociabilidad con humanos: interacción con personas.
• Sociabilidad con perros: interacción con otros congéneres.
• Perseverancia: persistencia ante obstáculos.
• Agresividad/dominancia: control social y conductas jerárquicas.
Se han encontrado heredabilidades moderadas (polimorfismos de nucleótido único), en rasgos como la búsqueda de objetos, aunque el análisis genómico muestra que estas características son altamente poligénicas, con múltiples genes de pequeño efecto involucrados, lo que limita la capacidad predictiva individual a partir del genoma. No obstante, vemos como nuevamente emergen factores clave como neuroticismo, orientación social y responsabilidad (perseveración aprendizaje), pese a que se utilicen distintos nombres y algunas situaciones con factorialidad propia.
A pesar de estos avances, la investigación enfrenta desafíos metodológicos relevantes. Uno de los principales es la inevitable subjetividad de los cuidadores al completar los cuestionarios, que, aunque se ve parcialmente compensada por la validación test-retest e interevaluador, sigue expuesta a sesgos de interpretación o proyecciones antropomórficas. En el caso de los gatos, además, no existe un consenso pleno sobre las etiquetas o dimensiones utilizadas, lo que limita la posibilidad de comparar resultados entre estudios y dificulta la construcción de modelos universales.
Buena parte de la literatura se basa en estudios transversale, y son aún escasos los estudios longitudinales que permitan evaluar la estabilidad o la plasticidad de la personalidad desde etapas tempranas hasta la adultez del animal. Integrar enfoques psicométricos, genéticos y contextuales será clave para consolidar este conocimiento y traducirlo en prácticas aplicables, éticamente fundamentadas y basadas en evidencia.
En conjunto, la evidencia acumulada muestra que perros y gatos presentan personalidad, entendida como diferencias conductuales estables entre individuos, algo probablemente intuitivo para quienes conviven con estos animales. Los rasgos pueden ser evaluados científicamente mediante instrumentos validados, organizándose en dimensiones funcionales, emocionales y sociales. Este conocimiento puede mejorar la calidad de vida de los animales y optimizar su interacción con los humanos.
INTRODUCCIÓN A LA PERSONALIDAD
Los rasgos de personalidad son patrones relativamente estables a nivel evaluativo y de comportamiento que caracteriza a los individuos diferenciándolos de los demás. Estos rasgos influyen en la manera en la que se responde a las situaciones cotidianas. Aunque la experiencia o el contexto modulan en cierta medida estas características, los rasgos tienden a mantenerse consistentes a lo largo del tiempo, formando una base sobre la que se construyen las particularidades del carácter de las personas. La personalidad se evalúa mediante cuestionarios estandarizados y validados, informes de observadores, de forma longitudinal a lo largo de los años, así como mediante evidencia empírica a nivel de correlatos de conducta.Durante buena parte del siglo XX, la comunidad científica descartó la posibilidad de que animales pudieran presentar rasgos de personalidad que caracterizaran patrones de conducta con cierta estabilidad. Esta visión asumía que su comportamiento era exclusivamente instintivo y reactivo. No obstante, estudios recientes han demostrado que tanto los perros como los gatos exhiben diferencias conductuales duraderas a lo largo del tiempo y en distintos contextos, cumpliendo con los tres criterios clásicos de la personalidad en psicología comparada: estabilidad temporal, transituacionalidad y variabilidad interindividual. Estas diferencias han sido documentadas mediante metodologías robustas y evidencia replicada en diversos estudios, incluyendo muestras amplias, análisis estadísticos multivariados y validación psicométrica de instrumentos específicos, sometidos a procesos de acuerdo interevaluador. Como sucede en la investigación humana, los cuestionarios en gatos han demostrado replicabilidad factorial, validez discriminativa y estabilidad test–retest, y se han validado instrumentos en perros.
La existencia de rasgos esenciales de personalidad, tanto en humanos como en animales, debe tener una relación evolutiva con funciones esenciales del sistema nervioso. Hemos explicado la evolución de los rasgos de personalidad anteriormente. Los aspectos más básicos de nuestra personalidad deben haber evolucionado en torno a las funciones básicas que permiten nuestra supervivencia. Debemos tener mecanismos neuronales que nos incentiven para evitar situaciones que pongan en peligro nuestra supervivencia. Así, las personas experimentamos universalmente emociones como miedo o ansiedad, que nos alertan y nos hacen evitar situaciones peligrosas. Para sobrevivir debemos obtener recompensas y sentir emociones agradables cuando satisfacemos necesidades. También debemos tener cierta orientación social dado que la supervivencia ha sido posible mediante relaciones con otros. Por ello, no es sorprendente que los humanos compartamos buena parte de los rasgos que se han observado en perros y gatos.
PERSONALIDAD EN GATOS
Al igual que en el ser humano, el modelo de personalidad más conocido es el Big Five, el modelo más citado en gatos es el “Feline Five” (Litchfield et al., 2017), derivado de encuestas aplicadas a más de 2.800 cuidadores. Identifica cinco dimensiones principales que coinciden en buena medida con las humanas:• Neuroticismo: inseguridad, miedo, tensión.
• Extraversión: vigilancia, curiosidad, actividad.
• Dominancia: conducta jerárquica frente a otros gatos.
• Impulsividad: reactividad, baja previsibilidad.
• Amabilidad: afectuosidad, tolerancia, baja irritabilidad.
Estudios más recientes han refinado esta estructura. Mikkola et al. (2021) identificaron siete factores mediante análisis factorial de 138 ítems aplicados a más de 4.300 gatos. Entre ellos se incluyen siete dimensiones conductuales: miedo, actividad/juego, agresividad hacia humanos, sociabilidad hacia humanos, sociabilidad hacia gatos, acicalamiento excesivo y problemas con la caja de arena, estas últimas vinculadas posiblemente con factores de estrés o salud. Recordemos que el juego ya estaba en los modelos de otros autores como Panksepp.
PERSONALIDAD EN PERROS
La investigación sobre personalidad canina es más extensa, dado su papel funcional en contextos humanos y su domesticación selectiva. Estudios como los de Ilska et al. (2017) y Salonen et al. (2023), con muestras superiores a los 11.000 individuos, han utilizado cuestionarios como el C-BARQ y análisis factoriales validados para identificar siete dimensiones ampliamente replicadas en la literatura:• Inseguridad: miedo y reactividad ante estímulos.
• Enfoque en el entrenamiento: atención, obediencia, capacidad de aprendizaje.
• Energía: excitabilidad, actividad general.
• Sociabilidad con humanos: interacción con personas.
• Sociabilidad con perros: interacción con otros congéneres.
• Perseverancia: persistencia ante obstáculos.
• Agresividad/dominancia: control social y conductas jerárquicas.
Se han encontrado heredabilidades moderadas (polimorfismos de nucleótido único), en rasgos como la búsqueda de objetos, aunque el análisis genómico muestra que estas características son altamente poligénicas, con múltiples genes de pequeño efecto involucrados, lo que limita la capacidad predictiva individual a partir del genoma. No obstante, vemos como nuevamente emergen factores clave como neuroticismo, orientación social y responsabilidad (perseveración aprendizaje), pese a que se utilicen distintos nombres y algunas situaciones con factorialidad propia.
COMPARACIÓN ENTRE ESPECIES
Perros y gatos presentan estructuras factoriales consistentes, pero con énfasis cualitativamente distinto. En gatos, predominan dimensiones emocionales (neuroticismo, impulsividad), mientras que en perros se integra en mayor medida las capacidades funcionales y habilidades sociales complejas. Aunque se han encontrado diferencias por raza, el entorno doméstico muestra mayor influencia. Variables como el número de congéneres, la interacción humano-gato y el acceso al exterior modulan significativamente el temperamento. La edad se asocia con cambios no lineales en algunos factores (p. ej., disminución de energía y sociabilidad, incremento en enfoque). La socialización temprana se relaciona fuertemente con la expresión posterior de la personalidad.CONCLUSIONES E IMPLICACIONES PRÁCTICAS
El conocimiento sobre personalidad animal se ha vuelto especialmente útil en contextos como la adopción, la selección de animales para tareas asistidas o de servicio, y el diseño de programas de enriquecimiento ambiental. Elegir a un perro con un perfil de alta sociabilidad y baja reactividad para trabajar con personas mayores, o evitar la convivencia de un gato con alta impulsividad en un entorno doméstico caótico, son decisiones que mejoran significativamente la calidad de vida del animal y la satisfacción humana.A pesar de estos avances, la investigación enfrenta desafíos metodológicos relevantes. Uno de los principales es la inevitable subjetividad de los cuidadores al completar los cuestionarios, que, aunque se ve parcialmente compensada por la validación test-retest e interevaluador, sigue expuesta a sesgos de interpretación o proyecciones antropomórficas. En el caso de los gatos, además, no existe un consenso pleno sobre las etiquetas o dimensiones utilizadas, lo que limita la posibilidad de comparar resultados entre estudios y dificulta la construcción de modelos universales.
Buena parte de la literatura se basa en estudios transversale, y son aún escasos los estudios longitudinales que permitan evaluar la estabilidad o la plasticidad de la personalidad desde etapas tempranas hasta la adultez del animal. Integrar enfoques psicométricos, genéticos y contextuales será clave para consolidar este conocimiento y traducirlo en prácticas aplicables, éticamente fundamentadas y basadas en evidencia.
En conjunto, la evidencia acumulada muestra que perros y gatos presentan personalidad, entendida como diferencias conductuales estables entre individuos, algo probablemente intuitivo para quienes conviven con estos animales. Los rasgos pueden ser evaluados científicamente mediante instrumentos validados, organizándose en dimensiones funcionales, emocionales y sociales. Este conocimiento puede mejorar la calidad de vida de los animales y optimizar su interacción con los humanos.
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Referencias:
Ilska, J., Haskell, M. J., Blott, S. C., Sánchez-Molano, E., Polgar, Z., Lofgren, S. E., Clements, D. N., & Wiener, P. (2017). Genetic characterization of dog personality traits. Genetics, 206(2), 1101–1111. https://doi.org/10.1534/genetics.116.192674
Litchfield, C. A., Quinton, G., Tindle, H., Chiera, B., Kikillus, K. H., & Roetman, P. (2017). The ‘Feline Five’: An exploration of personality in pet cats (Felis catus). PLOS ONE, 12(8), e0183455. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0183455
Mikkola, S., Salonen, M., Hakanen, E., Sulkama, S., & Lohi, H. (2021). Reliability and validity of seven feline behavior and personality traits. Animals, 11(7), 1991. https://doi.org/10.3390/ani11071991
Salonen, M., Mikkola, S., Niskanen, J. E., Hakanen, E., Sulkama, S., Puurunen, J., & Lohi, H. (2023). Breed, age, and social environment are associated with personality traits in dogs. iScience, 26(5), 106691. https://doi.org/10.1016/j.isci.2023.106691
* Las noticias publicadas sobre estudios no suponen un posicionamiento oficial de ICNS, ni una recomendación clínica.