Nutrición
Sustituir los azúcares por jarabe de arce puede mejorar la salud metabólica

El consumo excesivo de azúcares refinados, especialmente a través de bebidas azucaradas, está vinculado al desarrollo del síndrome metabólico, que aumenta el riesgo de diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, no todos los azúcares afectan la salud metabólica de la misma forma. El jarabe de arce es un endulzante natural que se obtiene de los arces, particularmente del arce azucarero, extrayendo su salvia mediante la inserción de tubos en el tronco del árbol, desde donde se recoge en cubos, y posteriormente se cocina evaporando el agua obteniendo el sirope. Los indígenas de Norteamérica llevan quizás milenios preparando jarabe de arce. Su composición está formada principalmente por sacarosa y agua, con pequeñas cantidades de los monosacáridos glucosa y fructosa provenientes del azúcar invertido creado durante el proceso de ebullición, por tanto es un endulzante calórico. Sin embargo, el sirope de arce tiene un menor índice glucémico que el azúcar, y un dulzor intenso que puede reducir la cantidad usada como endulzante. Adicionalmente, tiene algunos polifenoles que podrían ser relevantes para la salud metabólica. Algunos estudios con animales han mostrado efectos antiinflamatorios y antioxidantes, con mejorías de la resistencia a la insulina, reducción de la inflamación hepática y efectos positivos en la microbiota intestinal. A pesar de esto, la evidencia clínica en humanos es muy limitada.
Un ensayo clínico doble ciego, aleatorizado y cruzado realizado en Canadá (Morissette et al., 2024) evaluó los efectos de sustituir azúcares refinados por jarabe de arce en adultos con al menos un factor de riesgo cardiometabólico. Se incluyeron 42 participantes que completaron dos fases de intervención de 8 semanas cada una, precedidas por una fase de estabilización de dos semanas. Los participantes fueron estratificados por sexo y asignados aleatoriamente a un grupo de intervención que reemplazó el 5% de su ingesta calórica diaria de azúcares añadidos por jarabe de arce (20-40 ml/día), o a un grupo control que ingirió un jarabe de sacarosa artificial. Ambos grupos mantuvieron una dieta isocalórica supervisada por un nutricionista y después de un periodo de lavado de 4 semanas, se intercambiaron las intervenciones. Las evaluaciones, realizadas antes y después de cada fase de intervención, midieron los cambios en la homeostasis glucémica mediante pruebas de tolerancia oral a la glucosa, presión arterial, composición corporal (DEXA) y perfil lipídico. También se analizaron las variaciones en la microbiota intestinal y la concentración de ácidos grasos de cadena corta mediante técnicas avanzadas de laboratorio.
Los resultados mostraron que el jarabe de arce redujo significativamente los niveles de glucosa durante la prueba de tolerancia oral, disminuyó la grasa androide y la presión arterial sistólica, mientras que la sacarosa incrementó estos parámetros. En la microbiota intestinal, el jarabe de arce promovió un aumento de bacterias beneficiosas (Lactocaseibacillus casei) y una reducción de especies proinflamatorias (Klebsiella y Bacteroides pectinophilus). No hubo cambios significativos en la sensibilidad a la insulina, el perfil lipídico ni en la diversidad microbiana general, aunque se observó una menor actividad de rutas metabólicas bacterianas asociadas con inflamación. La adherencia al protocolo fue alta.
En conclusión, este ensayo clínico sugiere que la sustitución de una parte de azúcares añadidos con jarabe de arce podría tener ciertos beneficios. Los compuestos bioactivos como los polifenoles no solo modulan la absorción de glucosa al inhibir enzimas como la alfa-glucosidasa, sino que también pueden favorecer un entorno intestinal saludable. No obstante, debe tenerse en cuenta que el jarabe de arce sigue siendo una fuente de azúcares y su uso como sustituto del azúcar debe seguir siendo razonable. El carácter cruzado del estudio añade fuerza a los hallazgos, no obstante, el estudio presenta limitaciones, como su corta duración, el tamaño reducido de la muestra y la falta de datos antropométricos más detallados sobre la grasa visceral. Adicionalmente, debe tenerse en cuenta que hay muy pocos estudios realizados sobre este endulzante. Un mayor número de estudios son aún necesarios para caracterizar el efecto metabólico y clínico del jarabe de arce.
Un ensayo clínico doble ciego, aleatorizado y cruzado realizado en Canadá (Morissette et al., 2024) evaluó los efectos de sustituir azúcares refinados por jarabe de arce en adultos con al menos un factor de riesgo cardiometabólico. Se incluyeron 42 participantes que completaron dos fases de intervención de 8 semanas cada una, precedidas por una fase de estabilización de dos semanas. Los participantes fueron estratificados por sexo y asignados aleatoriamente a un grupo de intervención que reemplazó el 5% de su ingesta calórica diaria de azúcares añadidos por jarabe de arce (20-40 ml/día), o a un grupo control que ingirió un jarabe de sacarosa artificial. Ambos grupos mantuvieron una dieta isocalórica supervisada por un nutricionista y después de un periodo de lavado de 4 semanas, se intercambiaron las intervenciones. Las evaluaciones, realizadas antes y después de cada fase de intervención, midieron los cambios en la homeostasis glucémica mediante pruebas de tolerancia oral a la glucosa, presión arterial, composición corporal (DEXA) y perfil lipídico. También se analizaron las variaciones en la microbiota intestinal y la concentración de ácidos grasos de cadena corta mediante técnicas avanzadas de laboratorio.
Los resultados mostraron que el jarabe de arce redujo significativamente los niveles de glucosa durante la prueba de tolerancia oral, disminuyó la grasa androide y la presión arterial sistólica, mientras que la sacarosa incrementó estos parámetros. En la microbiota intestinal, el jarabe de arce promovió un aumento de bacterias beneficiosas (Lactocaseibacillus casei) y una reducción de especies proinflamatorias (Klebsiella y Bacteroides pectinophilus). No hubo cambios significativos en la sensibilidad a la insulina, el perfil lipídico ni en la diversidad microbiana general, aunque se observó una menor actividad de rutas metabólicas bacterianas asociadas con inflamación. La adherencia al protocolo fue alta.
En conclusión, este ensayo clínico sugiere que la sustitución de una parte de azúcares añadidos con jarabe de arce podría tener ciertos beneficios. Los compuestos bioactivos como los polifenoles no solo modulan la absorción de glucosa al inhibir enzimas como la alfa-glucosidasa, sino que también pueden favorecer un entorno intestinal saludable. No obstante, debe tenerse en cuenta que el jarabe de arce sigue siendo una fuente de azúcares y su uso como sustituto del azúcar debe seguir siendo razonable. El carácter cruzado del estudio añade fuerza a los hallazgos, no obstante, el estudio presenta limitaciones, como su corta duración, el tamaño reducido de la muestra y la falta de datos antropométricos más detallados sobre la grasa visceral. Adicionalmente, debe tenerse en cuenta que hay muy pocos estudios realizados sobre este endulzante. Un mayor número de estudios son aún necesarios para caracterizar el efecto metabólico y clínico del jarabe de arce.
Morissette, A et al, 2024. Substituting refined sugars with maple syrup decreases key cardiometabolic risk factors in individuals with mild metabolic alterations: A randomized, double-blind, controlled crossover trial. The Journal of Nutrition, 154(2024), 2963–2975. https://doi.org/10.1016/j.tjnut.2024.08.014
* Las noticias publicadas sobre estudios no suponen un posicionamiento oficial de ICNS, ni una recomendación clínica.