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Gaston Bachelard. La filosofía del no y el nuevo espíritu científico.

Gaston Bachelard (1884-1962) fue un matemático y filósofo francés, autor de "La filosofía del no. Ensayo de una filosofía del nuevo espíritu científico" (1940). En su obra, Bachelard plantea una epistemología dialéctica en la que el conocimiento avanza negando y superando sus propios principios, criticando la visión de la ciencia como simple acumulación de hechos. Así, la filosofía de la ciencia no se limita a describir lo existente, sino que construye las formas con las que pensamos lo real.
FILOSOFÍA DE LA CIENCIA EN BACHELARD
La filosofía tiene para Bacheard una finalidad espiritual, en un sentido casi hegeliano de despliegue de consciencia, produciendo coherencia, claridad, dirección y vida a las cosas. La ciencia natural es en realidad un proyecto de construcción racional, un proyecto de superación de principios, de superación de lo particular y de lo experimental. Es una filosofía abierta sin verdades primeras totales y acabadas, un devenir, la formación de un espíritu. Sin embargo, el científico experimental suele juzgar inútil la preparación metafísica, aceptando de forma inmediata la experiencia sensorial, los principios racionales de la matemática, etc. Para la ciencia experimental, la filosofía es, si acaso, algo posterior, una simple reflexión sobre el camino que recorre la misma ciencia. Para el científico, la filosofía de la ciencia reside en el reino de los hechos. Los hechos positivos son directamente enunciados como estados del espíritu científico en detrimento de la unidad del pensamiento filosófico. La coherencia subjetiva es así simplemente explicada por el hecho. Sin embargo, para Bachelard, el hecho no es autoexplicativo, debe existir una coherencia y una síntesis del saber dentro del problema general del conocimiento de la disciplina científica. Esto es lo que aborda el filósofo de la ciencia.
Empirismo y racionalismo no son elementos aislados, sino que están ligados por un extraño lazo. El empirismo necesita ser comprendido y el racionalismo necesita ser explicado. Un empirismo sin leyes claras, sin coordenadas deductivas, no puede ser ni pensado ni enseñado. Un racionalismo sin pruebas concretas con aplicación a la realidad inmediata no es convincente. El valor de una ley empírica no está dado en el hecho, sino en el razonamiento que proporciona, y que se legitima en base a esa experiencia de particulares. Por ello, la filosofía de la ciencia necesita un desarrollo dialéctico. Pensar científicamente está en el campo epistemológico intermedio entre teoría y práctica, matemáticas y experiencia, fenómeno y noumeno. "La filosofía de las ciencias tiene por misión enlazar los principios de la ciencia con los principios de un pensamiento puro, que podría prescindir de los problemas de la aplicación efectiva". Emerge con ello una armonía de la función espiritual.
EL ESPÍRITU DE LA CIENCIA
"El mundo donde pensamos no es el mundo donde vivimos".
El pensamiento científico siempre ha permanecido en una filosofía primitiva que contradice la vida común, el sentido común, el conocimiento inmediato de los sentidos, la técnica cotidiana, etc. Precisamente, contra todas estas experiencias realistas y positivistas, es que solo un pensamiento suprarracional podía ver más allá. Hay una dialéctica del conocimiento y de la percepción humana, que deviene entre lo concreto y lo general. "Todo progreso de la filosofía de las ciencias se realizan en el sentido de un racionalismo creciente", dice bachelard, "eliminando el realismo inicial". Cada hecho no solo supone un nuevo referente de lenguaje que produce la relación entre lo cognitivo y la cosa. Contrariamente, el pensamiento científico requiere la construcción de una teoría, cuyo objetivo es superar lo real para descubrir lo subyacente, lo desconocido, de forma prospectiva. La dialéctica es así una flexibilización y superación del racionalismo, mientras que una dialéctica inmadura opera sobre cosas en lugar de operar sobre axiomas. La percepción epistémica ha evolucionado desde un realismo ingenuo, hacia un empirismo de lo concreto (claro en palabras de Bachelard), posteriormente dirigiéndose hacia un racionalismo newtoniano, hasta llegar a un racionalismo relativo (einsteniano).
Un primer concepto de masa está en un nivel de construcción sensorial tosco, inmediato, en el terreno de las percepciones cotidianas. Un segundo nivel conceptual supone cierta objetivación empírica mecanicista ordinaria que da una determinación, recibiendo con ello una objetividad instrumental. En el desarrollo de la historia, el uso de la balanza podría ponerse de ejemplo. Tal uso simple positivo de un instrumento corresponde un pensamiento empírico, claro, positivo, inmóvil. "Pesar es pensar. Pensar es pesar". Con ello, el pensamiento realista derivado de la aplicación empírica desaloja al racionalismo. A veces el instrumento precede a la teoría, y otras veces la teoría precede el instrumento. Sin embargo, "el teórico racionalista necesita ser comprendido por los simples experimentadores". Por ello, necesita volver a los orígenes animistas del lenguaje para escapar del realismo y poder hacer ciencia. Con la mecánica racional de Newton, la masa pasa a definirse dentro de un cuerpo de nociones, y ya no solo como un elemento aislado de la experiencia inmediata y del realismo teórico derivado. Fuerza, aceleración y masa se establecen correlativamente mediante una idea abstracta de todos ellos, recogidas en la racionalidad de la aritmética. Lo real pasa a ser no una consecuencia de la objetivación del instrumento empírico, sino una abstracción de lo percibido. Es en la cognición donde verdaderamente pasa a ser calculable y predecible. Si todas ellas se definen recíprocamente en una fórmula, y luego en una teoría, donde todas ellas pueden deducirse unas nociones a partir de las otras, las nociones de fuerza, masa y aceleración entran en conflicto con aquel realismo de las mediciones accesibles a los sentidos. ¿Cuál de todas ellas es la real? Antes de Newton se estudiaba la masa en su ser, como "cantidad" de "materia". A partir del Newton, pasa a ser algo dinámico, un devenir de los fenómenos. El mismo ser se encuentra en el devenir. Se pasa del "realismo de las cosas, al realismo de las leyes". Debe admitirse con ello dos órdenes de realidad. La masa no es más que un instante del proceso de construcción racional. La ley general permite deducciones formales, abriendo con ello un campo de abstracción indefinido mediante muy diversas ecuaciones simbólicas. No es necesaria la materialidad de lo sensorial.
Contrariamente a la masa, la noción de energía fue más racional que empírica. La mecánica racional está respecto a lo mecánico en una relación equivalente a la geometría pura respecto a los fenómenos. "La mecánica racional adquiere enseguida las funciones de un a priori kantiano". La metafísica de Kant se forma sobre la mecánica de Newton, la cual a su vez se puede explicar como una información racionalista "que satisface al espíritu con independencia de las verificaciones de la experiencia". El espacio absoluto, el tiempo absoluto, y la masa absoluta, se mantienen en toda la física del siglo XIX como elementos simples y separados, como átomos nocionales, a priori. El racionalismo kantiano y newtoniano se enfrentan posteriormente a la relatividad. La masa ya no es dada, absoluta en el tiempo y en el espacio, sino que pasa a ser objeto de análisis en sí misma, y pasa a ser ella misma relativizada al desplazamiento y a la velocidad. Ya no puede ser definida en los términos simples de la mecánica newtoniana. El racionalismo se pluraliza, lo racional es propiamente relativo, dependiente de otras nociones. No hay una razón absoluta, sino relativa y funcional. El realismo pasa de lo observable, de la materia, a la ley y la predicción, no se declara vencido, amplía su definición de realidad. Abandona las cosas y los hechos, y se convierte en un realismo de leyes, y de órdenes de magnitud por aproximación. Un realismo que no logra aprehender la realidad. La ciencia no solo tuvo que contradecir el realismo, y lo empíricamente dado; tuvo que contradecir a la propia ciencia anteriormente constituida.
Los conceptos generales de los fenómenos se encuentran en un suprarracionalismo dialéctico. En la organización matemática hay que preparar el dominio de definición antes de definir. Así, la mecánica de Dirac examina la propagación de los paréntesis en un espacio de configuración. Es la manera de propagarse, lo que define lo que se propaga. Está desrealizada. Pasa a ser más un idealismo. Comienza una filosofía científica que no es el sí del empirismo ni del realismo ingenuo, sino la filosofía del "¿por qué no?". Con ello aceptar que una masa pudiera ser negativa, y buscar la modificación teórica que podría aceptarla. Surgen conceptos enteramente nuevos que no tienen su origen en la realidad anteriormente calculada. La matemática permite interrogar lo no existente. La experimentación posteriormente confirmó la existencia de antiprotones y la teoría de Dirac. La cuestión es que la experiencia de realidad cotidiana no es igual que racional, y aquello desconocido que puede ser abstraido no es lo mismo que irracional. Es la mente despojada de la experiencia real la que permite llegar donde el positivismo y el realismo no llegan. Pensamiento anagógico, suprarracional, matematizante, pan-pitagórico. Predicciones teóricas que guardan al acecho.
Existe cierta relación de oposición entre sustancia y operación. La sustancia siempre ha sido un "déficit de operación", un déficit de función cuyos quanta operativos, cantidad de transformación, deben aún definirse. El realismo ingenuo siempre quiere poner el objeto antes de los fenómenos. El pensamiento científico, por tanto, comienza con una apuesta entre paréntesis de la realidad. "La sustancia pura no tiene operación, y la operación pura no tiene sustancia". Polos imaginarios de una realidad hecha de sustancia y operación, unión de espacio y tiempo. O más bien "constitución ordenada de dominios de racionalidad diferentes", que implican funciones adjuntas. "Ninguna de estas extensiones es el resultado de un estudio realístico del fenómeno". Todas ellas tienen carácter noumenal, se presentan como noumenos en busca de su fenómeno. El apriori debe equilibrarse con el a posteriori. Llegamos a una suprarracionalidad. En un mismo espíritu hay distintos coeficientes de realidad. Realidad que intenta ser definida mediante el paradigma de la experiencia consciente.
EL ESPÍRITU DE LA QUÍMICA Y LA MATEMÁTICA
La filosofía química abrazó sin debate el realismo, convirtiéndose en el dominio predilecto, de los realistas, de los materialistas y de los anti metafísicos. Bajo el enunciado de sus descubrimientos, la química es sustancialista. Designa las sustancias mediante una frase predicativa como lo hace el realismo ingenuo. Hablando de densidad de los materiales y otras propiedades, no siente la necesidad de otra filosofía. Si una meta-química fuera posible, dispersaría el sustancialismo, o al menos habría muchos tipos de substancialismo, zonas de exterioridad, de propiedades múltiples contra ese sustancialismo ingenuo. No todo es real de la misma manera, no tiene la misma realidad el mineral, el planeta, la nebulosa, la micela, el átomo, el electrón, el núcleo, etc. "La existencia no es una función monótona". Bajo el realismo, separada de las operaciones, una primera ciencia pensó que podía definir enteramente la realidad de una sustancia mediante sus propiedades. El realismo es por tanto "una verdad de primera aproximación". Pero en una "segunda aproximación", pasa a ser una mera ilusión. La objetividad tan nítida de la primera ciencia se esfuma.
La realidad se presenta en capas, y más bien es el método, el que define a los seres. Así la química pasó a definirse por los métodos de síntesis y no meramente como materias primas de ciertos cuerpos. Química de coexistencia de sustancias, disoluciones, reacciones, etc. Solo una realización sintética permite una jerarquía de las funciones, y es precisamente en la función donde más se define la química. Analizar el cuerpo de una molécula química no permitirá aprender mucho sobre tal molécula química. Se necesita una concepción teórica previa y una experimentación para comprender la química. La química solo existe en el racionalismo químico, en la propia superación de la química material de la sustancia. El racionalismo aparece por tanto como una filosofía de síntesis. La sustancia se pierde en su propio examen inductivo. "La ley domina al hecho, el orden de las sustancias se impone como una racionalidad". Mientras que el realismo de la sustancia plantea naturalmente el objeto antes que el conocimiento, la racionalización implica que se va formulando lo desconocido. Un devenir se dibuja bajo el ser, diálogo entre materia y energía. Surge así una meta-química, una tendencia ordenadora y racionalizante. "El racionalismo se define por una sistematización interna por un ideal de economía en la explicación por una prohibición de recurrir a principios exteriores al sistema". Lo desconocido deja un vacío por conocer, pero la forma de conocimiento ya está en marcha.
El noumeno contradice el fenómeno. La proximidad sensorial se aleja. Una química que en sus primeras etapas era función de la presión, la temperatura, etc, pasa a ser la propiedad eléctrica a medida que se determinan sus reacciones. Se produce una fisicación de la química y con ello una ruptura epistemologica. Una no-química sostiene a la química. Se revela así una esencia totalmente diferente a la del fenómeno, con cierto carácter noumenal, pero en relación aún con el fenómeno y distante de la cosa en sí. El proceso se invierte, es lo noumenal y no el fenómeno el que guía a partir de este momento la investigación. El electrón pasa a definir lo real. Sin embargo, el mismo electrón poseerá otras propiedades que expliquen sus extrañas fluctuaciones, inercias, desvanecimientos, aniquilamientos, etc. El electrón necesitará su propia dialéctica. La energía es tan real como la sustancia, parte integral de la misma, está en paridad de ser. Los intercambios energéticos producen modificaciones materiales y las modificaciones materiales condicionan intercambios energéticos. Cinética, potencial, etc, no suponen simplemente cualidades transitivas de la sustancia de la vieja filosofía química.
Ya no puede decirse que la sustancia "contiene" energía, ni puede ser pensada como una categoría esencial de sustancia sobre la base del espacio y tiempo continuo donde pierde la continuidad de su ser y de su devenir. La función pasa progresivamente a definir el fenómeno, por lo que la definición es más funcional que realista. Las intuiciones supuestamente reales del espacio sensible representan una trayectoria mecánica de las cosas. La relación entre fenómeno y noumeno está en un espacio representado que no obedece al espacio natural de lo sensible. Siguiendo a Whitehead, la sustancia no se define por lo interno, sino por las relaciones y determinaciones externas. Es una "ex-stancia" la que conduciría a una meta-química que se caracteriza por las "actividades sustanciales determinadas en operaciones diversas". El mismo concepto de masa pasa a ser reemplazado por masa-estado. Con ello, un mismo corpúsculo podría asumir diferentes estados másicos. Con ello, se necesita una función matemática que debe distribuir sobre un único corpúsculo estados másicos diferentes. Las matemáticas así ofrecerían el conjunto de valores realizables, valores de realidad. Si la química pasa a al plano de la física, ¿qué plano podrá traspasar la física?."Toda la jerarquía que vemos establecerse en las nociones, es obra del esfuerzo de reorganización teórica emprendido por el pensamiento científico". Las doctrinas cuánticas no distribuyeron masas. La cuantificación de estados másicos sería una cuantificación ontológica que daría los niveles del ser. Serían valores racionales, no empíricos. Se describen probabilidades, no propiedades. Esto establecería un kantismó de segunda aproximación que no obedece a una simple racionalidad a priori en un vacío con un espacio-tiempo mecánico. Establece un marco previo a la física de segunda aproximación.
La física del objeto desde Aristóteles es una física de un objeto que conserva una especificidad. Sin embargo, una física no newtoniana necesitaba una lógica no aristotélica. El objeto conservó siempre una especificidad exterior por la localización geométrica euclidiana en el espacio, sin embargo, era difícil separar tal especificidad, envuelta en la intuición kantiana, en la sensibilidad empírica exteroceptiva, en la sensibilidad interoceptiva, y en el conocimiento discursivo. A partir de Kant, la cosa pasaba a ser solo el fenómeno. El espacio de la intuición ordinaria donde se colocan los objetos una "degeneración" del espacio funcional donde se producen los fenómenos. Estos pasan a realizarse en el espacio y del tiempo pensado. Es decir, donde los fenómenos son representados, lo que supone un no-sustancialismo, el plano de la representación. Se impone así progresivamente una representación sobre la realidad. El espacio donde se mira es muy diferente al espacio donde se ve.
PALABRAS FINALES
El conocimiento es la evolución del espíritu, aquella consciencia que emerge trabajando sobre lo desconocido, buscando lo real en la contradicción del conocimiento anterior. Pero este "no" nunca es definitivo para un espíritu que sabe dialectizar sus principios. El hombre de ciencias es incapaz de ver dicha estructura, entregado a su pedagogía fraccionada, dice Bachelard. La filosofía se dirige a marcos concretos, y no pueden usarse en dominios alejados de su origen espiritual. Así, "un perfil epistemológico debe ser relativo a un concepto designado que vale solo para un espíritu particular que se examina asimismo en un estadio particular de su cultura". ¿Percibimos cosas, estados de las cosas, operaciones, funciones...? Quizás el mundo es más matemática que materia, más algoritmo que sustancia. Con perdón para la termodinámica.
El devenir del espíritu, la filosofía, nos muestra una evolución de como pensamos y percibimos el propio conocimiento. Podríamos decir que tenemos una verdad o realidad sustancialista, una verdad o realidad operativa, una verdad o realidad subyacente a esa primera verdad o realidad, etc. Podemos definir la realidad como el número de posibilidades operativas, y como la cantidad de transformación que requiere dicha operatividad. La ciencia experimental no es mera observación natural. Conocimiento sensible no es conocimiento científico. La objetividad de la propia verificación empírica necesita un pensamiento que está siendo verificado a su vez. Sin teoría no sabríamos el sentido del dato. Sin dato no sabríamos el sentido de la teoría. A lo diferencial de la ciencia experimental le corresponde una filosofía de lo integral. Un concepto científico particular puede interpretarse así como realismo, positivismo, racionalismo, dialéctica incluso animismo. El científico no se hace en la observación del laboratorio, si no en la intuición inconfesada, en el racionalismo imaginativo que conduce a ese mismo laboratorio. Así, el físico puede considerarse un racionalista, ya que deduce ciertas experiencias de leyes anteriores, el sociólogo es positivista prescinde de valores para recopilar hechos, números, etc. La ciencia existe en ese lugar en ninguna parte, no en el particular, no en la abstracción teórica general, sino en el espacio inexistente que forma el propio devenir. Las cosas se piensan en un marco perceptivo y teórico que requiere abstraerse de la misma cosa. "La jerarquía de las naciones se presenta como una extensión progresiva del dominio de la racionalidad".
La lógica no puede seguir siendo "cosista", dice Bachelard. El principio de identidad de la lógica aristotélica pierde su vigencia. Ya no se puede partir del sujeto para definir el objeto. Se parte del predicado, un predicado lejano que conduce a otro predicado. De "lo que es, es" podría pasarse a "lo que deviene no es", o "lo que es, deviene". Lo que debe entenderse aquí es la permanencia del ser y permanencia de las cualidades. Pero lo que es nace o se representa en una experiencia, y nunca podemos estar seguros de tener representadas todas sus cualidades. El postulado sobre la permanencia e identidad de lo que es, sobrepasa la experiencia. La física del objeto y la lógica del concepto se difuminan.
La filosofía de la ciencia a menudo está entre dos extremos. El particularismo de la ciencia experimental se contrapone a la generalidad conceptual de la filosofía. El priori se contrapone con el a posteriori. El principio general se contrapone a lo inmediato de la experiencia sensorial. Lo empírico experimental se contrapone a lo racional. Surge el problema de la estructura y evolución de dicho espíritu. El científico cree partir de un espíritu sin estructura sin conocimiento, el filósofo cree que el espíritu está constituido y provisto de todas las categorías indispensables para comprender lo real. Para los conocimientos particulares aplicamos el orden realismo, empirismo, racionalismo. Es un orden genético para Bachelard, y prueba la realidad misma de la epistemología. El conocimiento no sucede en una filosofía particular, su progreso implica aspectos filósoficos variados. Cada filosofía solo revela una banda del espectro nocional. El conocimiento implica distintas filosofías que permiten entender las distintas etapas de comprensión y percepción de una noción particular. Una noción es siempre un momento de la evolución de un pensamiento.
Ciencia no equivale a verdad, ni supone un paradigma de objetividad que no deba ser discutido, y que de hecho no vaya a ser superado. Lo que llamamos ciencia es más bien un momento del conocimiento, para Bachelard establecido mediante un proceso dialéctico donde debe negarse lo previamente afirmado. Ciencia hizo quien negó la objetividad de lo que veían sus ojos, y contra el consenso establecido. La ciencia se ha hecho contra el autoritarismo epistémico, o autoritarismo a secas, de cada periodo histórico. El COVID ha sido el penúltimo capítulo de la imposición organizada de un discurso mediante coacción y violencia, y la negación del proceso científico mismo mediante la supresión de toda dialéctica crítica que pudiera poner en cuestión aquello que los grupos de poder imponen. En el nombre de "la ciencia".
"Solo hay un medio de hacer avanzar la ciencia, y es contradiciendo la ciencia ya constituida". Gaston Bachelard.
FILOSOFÍA DE LA CIENCIA EN BACHELARD
La filosofía tiene para Bacheard una finalidad espiritual, en un sentido casi hegeliano de despliegue de consciencia, produciendo coherencia, claridad, dirección y vida a las cosas. La ciencia natural es en realidad un proyecto de construcción racional, un proyecto de superación de principios, de superación de lo particular y de lo experimental. Es una filosofía abierta sin verdades primeras totales y acabadas, un devenir, la formación de un espíritu. Sin embargo, el científico experimental suele juzgar inútil la preparación metafísica, aceptando de forma inmediata la experiencia sensorial, los principios racionales de la matemática, etc. Para la ciencia experimental, la filosofía es, si acaso, algo posterior, una simple reflexión sobre el camino que recorre la misma ciencia. Para el científico, la filosofía de la ciencia reside en el reino de los hechos. Los hechos positivos son directamente enunciados como estados del espíritu científico en detrimento de la unidad del pensamiento filosófico. La coherencia subjetiva es así simplemente explicada por el hecho. Sin embargo, para Bachelard, el hecho no es autoexplicativo, debe existir una coherencia y una síntesis del saber dentro del problema general del conocimiento de la disciplina científica. Esto es lo que aborda el filósofo de la ciencia.
Empirismo y racionalismo no son elementos aislados, sino que están ligados por un extraño lazo. El empirismo necesita ser comprendido y el racionalismo necesita ser explicado. Un empirismo sin leyes claras, sin coordenadas deductivas, no puede ser ni pensado ni enseñado. Un racionalismo sin pruebas concretas con aplicación a la realidad inmediata no es convincente. El valor de una ley empírica no está dado en el hecho, sino en el razonamiento que proporciona, y que se legitima en base a esa experiencia de particulares. Por ello, la filosofía de la ciencia necesita un desarrollo dialéctico. Pensar científicamente está en el campo epistemológico intermedio entre teoría y práctica, matemáticas y experiencia, fenómeno y noumeno. "La filosofía de las ciencias tiene por misión enlazar los principios de la ciencia con los principios de un pensamiento puro, que podría prescindir de los problemas de la aplicación efectiva". Emerge con ello una armonía de la función espiritual.
EL ESPÍRITU DE LA CIENCIA
"El mundo donde pensamos no es el mundo donde vivimos".
El pensamiento científico siempre ha permanecido en una filosofía primitiva que contradice la vida común, el sentido común, el conocimiento inmediato de los sentidos, la técnica cotidiana, etc. Precisamente, contra todas estas experiencias realistas y positivistas, es que solo un pensamiento suprarracional podía ver más allá. Hay una dialéctica del conocimiento y de la percepción humana, que deviene entre lo concreto y lo general. "Todo progreso de la filosofía de las ciencias se realizan en el sentido de un racionalismo creciente", dice bachelard, "eliminando el realismo inicial". Cada hecho no solo supone un nuevo referente de lenguaje que produce la relación entre lo cognitivo y la cosa. Contrariamente, el pensamiento científico requiere la construcción de una teoría, cuyo objetivo es superar lo real para descubrir lo subyacente, lo desconocido, de forma prospectiva. La dialéctica es así una flexibilización y superación del racionalismo, mientras que una dialéctica inmadura opera sobre cosas en lugar de operar sobre axiomas. La percepción epistémica ha evolucionado desde un realismo ingenuo, hacia un empirismo de lo concreto (claro en palabras de Bachelard), posteriormente dirigiéndose hacia un racionalismo newtoniano, hasta llegar a un racionalismo relativo (einsteniano).
Un primer concepto de masa está en un nivel de construcción sensorial tosco, inmediato, en el terreno de las percepciones cotidianas. Un segundo nivel conceptual supone cierta objetivación empírica mecanicista ordinaria que da una determinación, recibiendo con ello una objetividad instrumental. En el desarrollo de la historia, el uso de la balanza podría ponerse de ejemplo. Tal uso simple positivo de un instrumento corresponde un pensamiento empírico, claro, positivo, inmóvil. "Pesar es pensar. Pensar es pesar". Con ello, el pensamiento realista derivado de la aplicación empírica desaloja al racionalismo. A veces el instrumento precede a la teoría, y otras veces la teoría precede el instrumento. Sin embargo, "el teórico racionalista necesita ser comprendido por los simples experimentadores". Por ello, necesita volver a los orígenes animistas del lenguaje para escapar del realismo y poder hacer ciencia. Con la mecánica racional de Newton, la masa pasa a definirse dentro de un cuerpo de nociones, y ya no solo como un elemento aislado de la experiencia inmediata y del realismo teórico derivado. Fuerza, aceleración y masa se establecen correlativamente mediante una idea abstracta de todos ellos, recogidas en la racionalidad de la aritmética. Lo real pasa a ser no una consecuencia de la objetivación del instrumento empírico, sino una abstracción de lo percibido. Es en la cognición donde verdaderamente pasa a ser calculable y predecible. Si todas ellas se definen recíprocamente en una fórmula, y luego en una teoría, donde todas ellas pueden deducirse unas nociones a partir de las otras, las nociones de fuerza, masa y aceleración entran en conflicto con aquel realismo de las mediciones accesibles a los sentidos. ¿Cuál de todas ellas es la real? Antes de Newton se estudiaba la masa en su ser, como "cantidad" de "materia". A partir del Newton, pasa a ser algo dinámico, un devenir de los fenómenos. El mismo ser se encuentra en el devenir. Se pasa del "realismo de las cosas, al realismo de las leyes". Debe admitirse con ello dos órdenes de realidad. La masa no es más que un instante del proceso de construcción racional. La ley general permite deducciones formales, abriendo con ello un campo de abstracción indefinido mediante muy diversas ecuaciones simbólicas. No es necesaria la materialidad de lo sensorial.
Contrariamente a la masa, la noción de energía fue más racional que empírica. La mecánica racional está respecto a lo mecánico en una relación equivalente a la geometría pura respecto a los fenómenos. "La mecánica racional adquiere enseguida las funciones de un a priori kantiano". La metafísica de Kant se forma sobre la mecánica de Newton, la cual a su vez se puede explicar como una información racionalista "que satisface al espíritu con independencia de las verificaciones de la experiencia". El espacio absoluto, el tiempo absoluto, y la masa absoluta, se mantienen en toda la física del siglo XIX como elementos simples y separados, como átomos nocionales, a priori. El racionalismo kantiano y newtoniano se enfrentan posteriormente a la relatividad. La masa ya no es dada, absoluta en el tiempo y en el espacio, sino que pasa a ser objeto de análisis en sí misma, y pasa a ser ella misma relativizada al desplazamiento y a la velocidad. Ya no puede ser definida en los términos simples de la mecánica newtoniana. El racionalismo se pluraliza, lo racional es propiamente relativo, dependiente de otras nociones. No hay una razón absoluta, sino relativa y funcional. El realismo pasa de lo observable, de la materia, a la ley y la predicción, no se declara vencido, amplía su definición de realidad. Abandona las cosas y los hechos, y se convierte en un realismo de leyes, y de órdenes de magnitud por aproximación. Un realismo que no logra aprehender la realidad. La ciencia no solo tuvo que contradecir el realismo, y lo empíricamente dado; tuvo que contradecir a la propia ciencia anteriormente constituida.
Los conceptos generales de los fenómenos se encuentran en un suprarracionalismo dialéctico. En la organización matemática hay que preparar el dominio de definición antes de definir. Así, la mecánica de Dirac examina la propagación de los paréntesis en un espacio de configuración. Es la manera de propagarse, lo que define lo que se propaga. Está desrealizada. Pasa a ser más un idealismo. Comienza una filosofía científica que no es el sí del empirismo ni del realismo ingenuo, sino la filosofía del "¿por qué no?". Con ello aceptar que una masa pudiera ser negativa, y buscar la modificación teórica que podría aceptarla. Surgen conceptos enteramente nuevos que no tienen su origen en la realidad anteriormente calculada. La matemática permite interrogar lo no existente. La experimentación posteriormente confirmó la existencia de antiprotones y la teoría de Dirac. La cuestión es que la experiencia de realidad cotidiana no es igual que racional, y aquello desconocido que puede ser abstraido no es lo mismo que irracional. Es la mente despojada de la experiencia real la que permite llegar donde el positivismo y el realismo no llegan. Pensamiento anagógico, suprarracional, matematizante, pan-pitagórico. Predicciones teóricas que guardan al acecho.
Existe cierta relación de oposición entre sustancia y operación. La sustancia siempre ha sido un "déficit de operación", un déficit de función cuyos quanta operativos, cantidad de transformación, deben aún definirse. El realismo ingenuo siempre quiere poner el objeto antes de los fenómenos. El pensamiento científico, por tanto, comienza con una apuesta entre paréntesis de la realidad. "La sustancia pura no tiene operación, y la operación pura no tiene sustancia". Polos imaginarios de una realidad hecha de sustancia y operación, unión de espacio y tiempo. O más bien "constitución ordenada de dominios de racionalidad diferentes", que implican funciones adjuntas. "Ninguna de estas extensiones es el resultado de un estudio realístico del fenómeno". Todas ellas tienen carácter noumenal, se presentan como noumenos en busca de su fenómeno. El apriori debe equilibrarse con el a posteriori. Llegamos a una suprarracionalidad. En un mismo espíritu hay distintos coeficientes de realidad. Realidad que intenta ser definida mediante el paradigma de la experiencia consciente.
EL ESPÍRITU DE LA QUÍMICA Y LA MATEMÁTICA
La filosofía química abrazó sin debate el realismo, convirtiéndose en el dominio predilecto, de los realistas, de los materialistas y de los anti metafísicos. Bajo el enunciado de sus descubrimientos, la química es sustancialista. Designa las sustancias mediante una frase predicativa como lo hace el realismo ingenuo. Hablando de densidad de los materiales y otras propiedades, no siente la necesidad de otra filosofía. Si una meta-química fuera posible, dispersaría el sustancialismo, o al menos habría muchos tipos de substancialismo, zonas de exterioridad, de propiedades múltiples contra ese sustancialismo ingenuo. No todo es real de la misma manera, no tiene la misma realidad el mineral, el planeta, la nebulosa, la micela, el átomo, el electrón, el núcleo, etc. "La existencia no es una función monótona". Bajo el realismo, separada de las operaciones, una primera ciencia pensó que podía definir enteramente la realidad de una sustancia mediante sus propiedades. El realismo es por tanto "una verdad de primera aproximación". Pero en una "segunda aproximación", pasa a ser una mera ilusión. La objetividad tan nítida de la primera ciencia se esfuma.
La realidad se presenta en capas, y más bien es el método, el que define a los seres. Así la química pasó a definirse por los métodos de síntesis y no meramente como materias primas de ciertos cuerpos. Química de coexistencia de sustancias, disoluciones, reacciones, etc. Solo una realización sintética permite una jerarquía de las funciones, y es precisamente en la función donde más se define la química. Analizar el cuerpo de una molécula química no permitirá aprender mucho sobre tal molécula química. Se necesita una concepción teórica previa y una experimentación para comprender la química. La química solo existe en el racionalismo químico, en la propia superación de la química material de la sustancia. El racionalismo aparece por tanto como una filosofía de síntesis. La sustancia se pierde en su propio examen inductivo. "La ley domina al hecho, el orden de las sustancias se impone como una racionalidad". Mientras que el realismo de la sustancia plantea naturalmente el objeto antes que el conocimiento, la racionalización implica que se va formulando lo desconocido. Un devenir se dibuja bajo el ser, diálogo entre materia y energía. Surge así una meta-química, una tendencia ordenadora y racionalizante. "El racionalismo se define por una sistematización interna por un ideal de economía en la explicación por una prohibición de recurrir a principios exteriores al sistema". Lo desconocido deja un vacío por conocer, pero la forma de conocimiento ya está en marcha.
El noumeno contradice el fenómeno. La proximidad sensorial se aleja. Una química que en sus primeras etapas era función de la presión, la temperatura, etc, pasa a ser la propiedad eléctrica a medida que se determinan sus reacciones. Se produce una fisicación de la química y con ello una ruptura epistemologica. Una no-química sostiene a la química. Se revela así una esencia totalmente diferente a la del fenómeno, con cierto carácter noumenal, pero en relación aún con el fenómeno y distante de la cosa en sí. El proceso se invierte, es lo noumenal y no el fenómeno el que guía a partir de este momento la investigación. El electrón pasa a definir lo real. Sin embargo, el mismo electrón poseerá otras propiedades que expliquen sus extrañas fluctuaciones, inercias, desvanecimientos, aniquilamientos, etc. El electrón necesitará su propia dialéctica. La energía es tan real como la sustancia, parte integral de la misma, está en paridad de ser. Los intercambios energéticos producen modificaciones materiales y las modificaciones materiales condicionan intercambios energéticos. Cinética, potencial, etc, no suponen simplemente cualidades transitivas de la sustancia de la vieja filosofía química.
Ya no puede decirse que la sustancia "contiene" energía, ni puede ser pensada como una categoría esencial de sustancia sobre la base del espacio y tiempo continuo donde pierde la continuidad de su ser y de su devenir. La función pasa progresivamente a definir el fenómeno, por lo que la definición es más funcional que realista. Las intuiciones supuestamente reales del espacio sensible representan una trayectoria mecánica de las cosas. La relación entre fenómeno y noumeno está en un espacio representado que no obedece al espacio natural de lo sensible. Siguiendo a Whitehead, la sustancia no se define por lo interno, sino por las relaciones y determinaciones externas. Es una "ex-stancia" la que conduciría a una meta-química que se caracteriza por las "actividades sustanciales determinadas en operaciones diversas". El mismo concepto de masa pasa a ser reemplazado por masa-estado. Con ello, un mismo corpúsculo podría asumir diferentes estados másicos. Con ello, se necesita una función matemática que debe distribuir sobre un único corpúsculo estados másicos diferentes. Las matemáticas así ofrecerían el conjunto de valores realizables, valores de realidad. Si la química pasa a al plano de la física, ¿qué plano podrá traspasar la física?."Toda la jerarquía que vemos establecerse en las nociones, es obra del esfuerzo de reorganización teórica emprendido por el pensamiento científico". Las doctrinas cuánticas no distribuyeron masas. La cuantificación de estados másicos sería una cuantificación ontológica que daría los niveles del ser. Serían valores racionales, no empíricos. Se describen probabilidades, no propiedades. Esto establecería un kantismó de segunda aproximación que no obedece a una simple racionalidad a priori en un vacío con un espacio-tiempo mecánico. Establece un marco previo a la física de segunda aproximación.
La física del objeto desde Aristóteles es una física de un objeto que conserva una especificidad. Sin embargo, una física no newtoniana necesitaba una lógica no aristotélica. El objeto conservó siempre una especificidad exterior por la localización geométrica euclidiana en el espacio, sin embargo, era difícil separar tal especificidad, envuelta en la intuición kantiana, en la sensibilidad empírica exteroceptiva, en la sensibilidad interoceptiva, y en el conocimiento discursivo. A partir de Kant, la cosa pasaba a ser solo el fenómeno. El espacio de la intuición ordinaria donde se colocan los objetos una "degeneración" del espacio funcional donde se producen los fenómenos. Estos pasan a realizarse en el espacio y del tiempo pensado. Es decir, donde los fenómenos son representados, lo que supone un no-sustancialismo, el plano de la representación. Se impone así progresivamente una representación sobre la realidad. El espacio donde se mira es muy diferente al espacio donde se ve.
PALABRAS FINALES
El conocimiento es la evolución del espíritu, aquella consciencia que emerge trabajando sobre lo desconocido, buscando lo real en la contradicción del conocimiento anterior. Pero este "no" nunca es definitivo para un espíritu que sabe dialectizar sus principios. El hombre de ciencias es incapaz de ver dicha estructura, entregado a su pedagogía fraccionada, dice Bachelard. La filosofía se dirige a marcos concretos, y no pueden usarse en dominios alejados de su origen espiritual. Así, "un perfil epistemológico debe ser relativo a un concepto designado que vale solo para un espíritu particular que se examina asimismo en un estadio particular de su cultura". ¿Percibimos cosas, estados de las cosas, operaciones, funciones...? Quizás el mundo es más matemática que materia, más algoritmo que sustancia. Con perdón para la termodinámica.
El devenir del espíritu, la filosofía, nos muestra una evolución de como pensamos y percibimos el propio conocimiento. Podríamos decir que tenemos una verdad o realidad sustancialista, una verdad o realidad operativa, una verdad o realidad subyacente a esa primera verdad o realidad, etc. Podemos definir la realidad como el número de posibilidades operativas, y como la cantidad de transformación que requiere dicha operatividad. La ciencia experimental no es mera observación natural. Conocimiento sensible no es conocimiento científico. La objetividad de la propia verificación empírica necesita un pensamiento que está siendo verificado a su vez. Sin teoría no sabríamos el sentido del dato. Sin dato no sabríamos el sentido de la teoría. A lo diferencial de la ciencia experimental le corresponde una filosofía de lo integral. Un concepto científico particular puede interpretarse así como realismo, positivismo, racionalismo, dialéctica incluso animismo. El científico no se hace en la observación del laboratorio, si no en la intuición inconfesada, en el racionalismo imaginativo que conduce a ese mismo laboratorio. Así, el físico puede considerarse un racionalista, ya que deduce ciertas experiencias de leyes anteriores, el sociólogo es positivista prescinde de valores para recopilar hechos, números, etc. La ciencia existe en ese lugar en ninguna parte, no en el particular, no en la abstracción teórica general, sino en el espacio inexistente que forma el propio devenir. Las cosas se piensan en un marco perceptivo y teórico que requiere abstraerse de la misma cosa. "La jerarquía de las naciones se presenta como una extensión progresiva del dominio de la racionalidad".
La lógica no puede seguir siendo "cosista", dice Bachelard. El principio de identidad de la lógica aristotélica pierde su vigencia. Ya no se puede partir del sujeto para definir el objeto. Se parte del predicado, un predicado lejano que conduce a otro predicado. De "lo que es, es" podría pasarse a "lo que deviene no es", o "lo que es, deviene". Lo que debe entenderse aquí es la permanencia del ser y permanencia de las cualidades. Pero lo que es nace o se representa en una experiencia, y nunca podemos estar seguros de tener representadas todas sus cualidades. El postulado sobre la permanencia e identidad de lo que es, sobrepasa la experiencia. La física del objeto y la lógica del concepto se difuminan.
La filosofía de la ciencia a menudo está entre dos extremos. El particularismo de la ciencia experimental se contrapone a la generalidad conceptual de la filosofía. El priori se contrapone con el a posteriori. El principio general se contrapone a lo inmediato de la experiencia sensorial. Lo empírico experimental se contrapone a lo racional. Surge el problema de la estructura y evolución de dicho espíritu. El científico cree partir de un espíritu sin estructura sin conocimiento, el filósofo cree que el espíritu está constituido y provisto de todas las categorías indispensables para comprender lo real. Para los conocimientos particulares aplicamos el orden realismo, empirismo, racionalismo. Es un orden genético para Bachelard, y prueba la realidad misma de la epistemología. El conocimiento no sucede en una filosofía particular, su progreso implica aspectos filósoficos variados. Cada filosofía solo revela una banda del espectro nocional. El conocimiento implica distintas filosofías que permiten entender las distintas etapas de comprensión y percepción de una noción particular. Una noción es siempre un momento de la evolución de un pensamiento.
Ciencia no equivale a verdad, ni supone un paradigma de objetividad que no deba ser discutido, y que de hecho no vaya a ser superado. Lo que llamamos ciencia es más bien un momento del conocimiento, para Bachelard establecido mediante un proceso dialéctico donde debe negarse lo previamente afirmado. Ciencia hizo quien negó la objetividad de lo que veían sus ojos, y contra el consenso establecido. La ciencia se ha hecho contra el autoritarismo epistémico, o autoritarismo a secas, de cada periodo histórico. El COVID ha sido el penúltimo capítulo de la imposición organizada de un discurso mediante coacción y violencia, y la negación del proceso científico mismo mediante la supresión de toda dialéctica crítica que pudiera poner en cuestión aquello que los grupos de poder imponen. En el nombre de "la ciencia".
"Solo hay un medio de hacer avanzar la ciencia, y es contradiciendo la ciencia ya constituida". Gaston Bachelard.