Nutrición
La dieta mediterránea reduce la mortalidad cardiovascular

Una reciente revisión sistemática de estudios ha analizado el efecto de la dieta mediterránea sobre la enfermedad cardiovascular, mostrando efectos protectores, particularmente con enfermedad cardiovascular previa. Descubre cómo la dieta mediterránea impacta la salud cardiovascular.
No obstante, los metaanálisis incluidos presentan limitaciones metodológicas relevantes. Solo tres de las 18 revisiones fueron calificadas con calidad moderada; el resto se consideraron de baja o críticamente baja calidad. A pesar de la relevancia clínica de resultados como la mortalidad por todas las causas y la mortalidad cardiovascular, estos se basaron en un número muy limitado de ensayos clínicos. Adicionalmente, muchos de los estudios controlados incluídos en las revisiones originales no tenían una evaluación del riesgo de sesgo adecuada. También se omitieron justificaciones metodológicas para exclusiones y se aplicaron métodos de síntesis poco rigurosos. Pese a estas limitaciones, la evidencia disponible respalda la integración de la dieta mediterránea en intervenciones clínicas para la reducción del riesgo cardiovascular, especialmente en pacientes con enfermedad establecida. Se necesitan ensayos clínicos bien diseñados adicionales, que permitan conclusiones más robustas sobre el tamaño del efecto, centrándose específicamente en resultados de mortalidad y no en marcadores intermedios. Adicionalmente, deben considerar subgrupos específicos como personas con diabetes, hipertensión, enfermedad renal, y otras patologías de interés.
FISIOPATOLOGÍA Y MECANISMOS
La enfermedad cardiovascular representa la principal causa de morbimortalidad a nivel mundial, impulsada en gran medida por factores de riesgo modificables. La dieta mediterránea, basada en un alto consumo de vegetales, legumbres, frutas, cereales integrales, frutos secos y aceite de oliva virgen extra, junto con una ingesta moderada de pescado, mariscos y lácteos fermentados y un bajo consumo de carnes rojas y procesadas, ha sido ampliamente estudiada como estrategia preventiva. Su efecto protector se atribuye a la acción sinérgica de sus componentes alimentarios, con efectos vasculares, antiinflamatorios, antioxidantes, sobre la microbiota, etc. Ensayos clínicos como PREDIMED han mostrado reducciones en eventos cardiovasculares y mortalidad en personas sin enfermedad previa, mientras que, en prevención secundaria, estudios como CORDIOPREV y el Lyon Diet Heart Study han arrojado resultados similares, consolidando a este patrón dietético como uno de los más robustamente respaldados en cardiología preventiva.ESTUDIO
Una revisión umbrella de revisiones sistemáticas de ensayos clínicos (Hareer et al., 2025) ha evaluado los efectos de la dieta mediterránea sobre la prevención primaria y secundaria de enfermedad cardiovascular. Se incluyeron 18 metaanálisis abarcando 238 ensayos clínicos de distintos paises con un total de casi 200.000 adultos. Las intervenciones compararon la dieta mediterránea con otros patrones dietéticos, como dietas bajas en grasa, DASH, bajas en carbohidratos, recomendaciones dietéticas estándar u otras estrategias. Aunque la definición de “dieta mediterránea” no es uniforme, en general implica las recomendaciones de realizar un consumo elevado de alimentos vegetales frescos y el uso de aceite de oliva, con baja ingesta de alimentos procesados y carnes rojas. La revisión evaluó desenlaces clínicos como mortalidad absoluta, mortalidad cardiovascular, infarto de miocardio no fatal y eventos cardiovasculares mayores. Adicionalmente se evaluaron otros parámetros intermedios como la presión arterial, perfil lipídico, glucemia y medidas antropométricas.RESULTADOS PRINCIPALES
Los resultados mostraron reducciones significativas en la mortalidad cardiovascular, especialmente en prevención secundaria, así como en el número de eventos cardiovasculares como el infarto de miocardio. También se observó una disminución del riesgo de accidente cerebrovascular, que puede ser mayor efecto en personas con diabetes tipo 2. En prevención primaria, los efectos fueron menos consistentes y, en algunos casos, sin significación estadística. También se documentaron mejoras en múltiples biomarcadores de riesgo cardiovascular: descenso de la presión arterial, reducción del colesterol total, LDL y triglicéridos, y mejoría en la glucemia, la hemoglobina glicosilada (HbA1c), y los niveles de insulina en ayunas, aunque con mayor heterogeneidad entre estudios en algunos de estos marcadores. Los efectos fueron más consistentes en estudios con mayor duración y en regiones mediterráneas.CONCLUSIÓN Y RELEVANCIA CLÍNICA
En conjunto, los datos respaldan la inclusión de la dieta mediterránea en estrategias clínicas para reducir el riesgo cardiovascular, con mayor impacto en pacientes con enfermedad establecida, posiblemente por su mayor riesgo basal. Estos resultados son coherentes con hallazgos previos de ensayos como PREDIMED, CORDIOPREV y el Lyon Diet Heart Study. Aunque la revisión no comparó directamente distintos patrones dietéticos, los resultados de los meta-análisis incluidos sugieren que la dieta mediterránea puede presentar efectos similares a los de otras dietas estructuradas como la DASH, ya que no se observaron diferencias estadísticamente significativas. Esto implica, como es evidente, que la calidad de los alimentos incluídos, y no la denominación dietética de una dieta u otra, es la responsable del efecto. Consistentemente, a nivel de investigación, las dificultades para extraer conclusiones están relacionadas con la falta de evaluaciones cualitativas de los patrones alimentarios. A nivel clínico, esto implica que cualquier alimentación alta en verduras, hortalizas, frutas, frutos secos, grasas como el aceite de oliva virgen extra, etc, y baja en alimentos procesados y refinados, va a ser protectora en personas con riesgo cardiovascular. La reducción del riesgo cardiovascular, objetivada en disminución de eventos y mortalidad, no necesariamente depende de lograr disminuciónes de lípidos en sangre, como muestra el Lyon Heart Study. Tampoco depende de llevar una alimentación baja en grasas, aunque sí de priorizar grasas como la del aceite de oliva virgen extra, y de algunos frutos secos.No obstante, los metaanálisis incluidos presentan limitaciones metodológicas relevantes. Solo tres de las 18 revisiones fueron calificadas con calidad moderada; el resto se consideraron de baja o críticamente baja calidad. A pesar de la relevancia clínica de resultados como la mortalidad por todas las causas y la mortalidad cardiovascular, estos se basaron en un número muy limitado de ensayos clínicos. Adicionalmente, muchos de los estudios controlados incluídos en las revisiones originales no tenían una evaluación del riesgo de sesgo adecuada. También se omitieron justificaciones metodológicas para exclusiones y se aplicaron métodos de síntesis poco rigurosos. Pese a estas limitaciones, la evidencia disponible respalda la integración de la dieta mediterránea en intervenciones clínicas para la reducción del riesgo cardiovascular, especialmente en pacientes con enfermedad establecida. Se necesitan ensayos clínicos bien diseñados adicionales, que permitan conclusiones más robustas sobre el tamaño del efecto, centrándose específicamente en resultados de mortalidad y no en marcadores intermedios. Adicionalmente, deben considerar subgrupos específicos como personas con diabetes, hipertensión, enfermedad renal, y otras patologías de interés.
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Referencias:
Hareer, L. W etl, al, 2025. The effectiveness of the Mediterranean Diet for primary and secondary prevention of cardiovascular disease: An umbrella review. Nutrition & Dietetics, 82(1), 8–41. https://doi.org/10.1111/1747-0080.12891
* Las noticias publicadas sobre estudios no suponen un posicionamiento oficial de ICNS, ni una recomendación clínica.